sábado, 1 de agosto de 2020

Pirineo Francés - Capítulo 5

    


CAPÍTULO 1         CAPÍTULO 2         CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4         CAPÍTULO 5 

SÁBADO 15/08/20

De nuevo otra mañana para levantarnos sin prisas, y ya son unas cuantas. Yo aprovecho para ir a correr un poco por los alrededores. Sigo un sendero que me llevará hasta la carretera que une Gavarnie con la Barrage d’Ossue y de allí enlazar con un bonito y panorámico sendero hasta un mirador excepcional de Gavarnie, con la cascada de protagonista como telón de fondo. De aquí, en pronunciado descenso voy a parar al río Gave de Gavarnie, donde descubro unas bonitas gorgas. Ya solo toca superar el fuerte ascenso hasta el área de AC. Al final ha salido una vuelta de 6 kilómetros 360 metros de desnivel positivo acumulaos. No está mal.

Los planes de hoy es acercarnos a la población de Luz-Saint-Saveur, por donde pasamos hace unos días y la marcamos para una futura parada. En nuestra partida de Gavarnie nos despedimos con mucha pena de este valle, pues, aunque hemos explorado todos los rincones que traíamos preparados de antemano, también hemos descubierto muchas otras posibilidades que hemos dejado en el tintero y que darían para unos cuantos días más. Una sensación conocida que ya hemos sentido en muchos otros destinos de viajes anteriores.

Todavía no es mediodía y no nos cuesta encontrar aparcamiento para la AC cerca del centro urbano. De camino andando pasamos junto a un parque donde se está llevando a cabo un curioso mercado de objetos antiguos.

La población no es excesivamente grande. Vamos recorriendo los diferentes comercios de souvenirs, comestibles y material deportivo. Va pasando el tiempo y se nos echa encima el mediodía. Aprovechamos para tomar algo cómodamente en una terraza, comprar en el super e ir a comer a la AC. A la tarde volvemos a dar una vuelta por la población. A estas horas ya se notan las calles más concurridas dado que la gente que se encontraba en las montañas de excursionismo ha regresan a los hoteles.

Un dato curioso es que desde esta población se encuentra el kilómetro 0 que da paso a la ascensión más famosa del Tour de Francia, el Tourmalet.

Cuando acabamos las compras nos ponemos en marcha hacia este paso de alto de montaña. Nada más partir, las rampas que se presentan son de considerable desnivel. Sólo de imaginar el paso de ciclistas por las mismas, y a la velocidad que las afrontan, se nos ponen los pelos de punta.

Sin excesiva prisa vamos recorriendo los 17 kilómetros de ascensión, disfrutando de cada rincón y curva, superando desniveles medios del 9,5% y cruzando algunas poblaciones, como Barèges, con clara influencia en todos sus comercios del deporte icónico de la zona.

Los últimos kilómetros antes de coronar el puerto son escalofriantes. Cuando echamos la mirada atrás y vemos la profundidad del valle, la serpenteante carretera y la altura de los precipicios, uno se da cuenta de las dimensiones de este puerto de montaña.

Alcanzamos finalmente la cota del paso de alta montaña, situada en medio de una curva a 2.115 metros de altitud.

Son las 6 PM y ya no hay mucha gente. Aparcamos en un pequeño parking de tierra [N42.908784, E0.146217] y nos dirigimos a pie a fotografiar el monumento que conmemora el alto de montaña. En un lado encontramos un busto en homenaje a Jaques Goddet, el que fuera primer director de la ronda francesa.

En frente del monumento hay un bar-restaurante. La tarde es bastante despejada, permitiéndonos disfrutar de unas vistas impagables. El fondo del valle está cubierto por una espesa niebla, la cual observamos atónitos como va ascendiendo a toda velocidad, como si de una ola de espuma se tratase.

El lugar en el que nos encontramos es tranquilo y bonito, con lo que decidimos que pasaremos la noche aquí. Calzamos la AC para nivelarla y nos acomodamos. El resto de lo que queda de tarde-noche lo dedicamos a esparcimiento personal y poco más.


DOMINGO 16/08/20

La idea de hoy era madrugar para hacer la improvisada ruta hasta la cima del monte de Tourmalet, situada cerca de su homónimo paso. El problema es que, al abrir la ventana, encuentro una espesa niebla que cubre todo el paisaje y dificulta la visión más allá de 20 metros, con lo que no es buena compañera para una excursión improvisada y de la cual no tengo más Info que un track en el GPS. Voy dejando pasar el tiempo hasta que la niebla se va abriendo. En este momento decido calzarme las zapatillas de Trail. Joan se despierta mientras me estoy vistiendo, y decide unirse a la causa. Debemos superar más de 200 metros de desnivel en poco más de 2 kilómetros, con lo que decidimos no exigir más de lo necesario a nuestros agotados cuerpos, por lo que hacemos el ascenso caminando.


En todo momento nos acompañan unas vistas formidables del valle tanto por el lado de Barèges como por la vertiente de La Mongie, pero es cuando alcanzamos el collado superior que alcanzamos a ver toda la zona del valle escondido en la cara norte por donde cruza aéreamente el telecabina de acceso al Pic du Midi Bigorre. Tanto la cima, con todas sus edificaciones, como el mar de nubes de telón de fondo hacen una bonita estampa. El Pic du Midi Bigorre Es conocido entre otras cosas por la presencia de un observatorio astronómico y una antena de televisión. Es posible acceder al pico a pie, a través de senderos de montaña, o bien en un famoso y concurrido teleférico, con salida en La Mongie. Este teleférico está formado por dos secciones, entre La Mongie y el Pic de Taoulet, y entre este pico y la cima del Midi.

Seguimos en clara ascensión ya sin una senda del todo definida hasta la cima del Pic du Tourmalet. El esfuerzo es mayúsculo, pero la recompensa en forma de satisfacción y vistas bien merecen la pena.

Después de dedicar un tiempo a fotografías y a deleitarnos con las vistas del Pic du Midi, deshacemos el camino de ascensión hasta el collado superior. Una vez aquí, antes de descender hasta la AC, Joan propone hacer un último vértice montañoso. Nos dirigimos al cercano Penne Negre a través de una senda, totalmente cubierta por un manto de excrementos de vacas y peligrosamente flanqueadas por frondosos setos de ortigas. No es de los recorridos más agradables por los que hemos transitado últimamente. Alcanzamos el hito montañero y sin mucha demora descendemos por otro sendero que nos conduce de forma directa hacia la AC. A medio camino nos sorprende el vuelo de unas aves rapaces que pasan muy cerca nuestro y que aterrizan en manada en un montículo que tenemos al lado del camino. Seguimos en nuestra trayectoria descendente, y al fondo alcanzamos a ver a Susana y Maria, que han salido a hacer un paseo por los alrededores de la AC y al divisarnos nos esperan a medio camino.

Regresamos todos juntos a la AC donde nos espera un reparador desayuno. Antes de ponernos en marcha, damos una última vuelta por el alto de montaña. A estas horas está bastante más concurrido que la tarde de ayer, tanto de turistas curiosos como de valerosos ciclista que se ha atrevido con el formidable ascenso.

Nos ponemos en marcha. Lo que tenía que ser en un principio un entretenido y paisajístico descenso, nada más empezar se convierte en un estresante trayecto. Estamos cubiertos por una espesa niebla que nos impide ver nada. Casi no nos da para alcanzar a ver la carretera, y menos el vehículo que nos precede, y lo que es más peligroso, ni siquiera alcanzamos a ver los ciclistas que transitan por la calzada. Así que nos armamos de paciencia y tranquilidad para hacer el descenso extremando precauciones y con los cinco sentidos activados. Nos sorprende que muy pocos ciclistas lleven las luces destellantes necesarias para hacerse ver en estos casos, más si cabe dado que el lugar donde nos encontramos la presencia de bancos de niebla son bastantes frecuentes.

De repente, sin saber de dónde han salido, nos encontramos en el medio de la calzada un rebaño de llamas, como si de un paisaje de los Andes se tratara. Ni por asomo nos hubiéramos imaginado encontrarnos estos animales en estas latitudes.

Alcanzamos la población de Bagneres de Bigorre, con la estación de esquí de La Mongie, desde donde sale el teleférico que sube cómodamente hasta la cima del Pic du Midi. En un principio teníamos planeado coger el teleférico para ascender hasta la cima, pero finalmente lo descartamos por el elevado precio de los billetes, por la más que probable posibilidad de encontrar un banco de niebla persistente que impida disfrutar de las vistas que nos proporciona este enclave paisajístico, y por haber descubierto que existe la posibilidad de hacer la ascensión andando por un agradable camino que sale del mismo Col du Tourmalet.

Seguimos en nuestro trayecto de descenso. Con el paso de los kilómetros parece que la niebla se va desvaneciendo para dar paso a una fina cortina de lluvia.

Algunos ciclistas nos pasan como camicaces, haciendo más peligroso el descenso al tener que controlarlos a ellos también. Ni por asomo me veo bajando nunca a estas velocidades por un firme en estas condiciones como lo están haciendo ellos entre los vehículos.

El descenso del puerto finaliza en la pequeña población de Saint-Maire de Campan, donde giramos pronunciadamente a la derecha para coger la carretera D918 que nos conduce en ascenso hasta el Col d’Aspin. En los primeros kilómetros de ascenso sobrepasamos algunos de los ciclistas que nos adelantaron en el descenso del Tourmalet. La carretera, sin pronunciado desnivel, va avanzando entre frondosos bosques de abetos, hasta alcanzar el desvío que nos conducirá al Lago de Payolle. Se trata de un lago artificial rodeado de viviendas unifamiliares, en lo que hecha pinta de ser un complejo vacacional invernal, y al final de este hay un amplio parking donde está permitida la pernocta con la AC [N42.935846, E0.301119]. En un extremo del lago encontramos un restaurante y una zona de actividades para los más peques, como paseo a caballo, tiro con arco, etc.

Nos acomodamos en el parking y esperamos a que cese la lluvia. A la tarde damos un agradable paseo alrededor del lago. Nos adentramos por un sendero balizado entre el bosque de abetos, y descubrimos unas originales cabañas. Se tratan de unos alojamientos en forma de cabaña suspendidas en lo alto de los árboles, con entretenidas pasarelas áreas de acceso.

El día ya no dará para mucho más.

 

LUNES 17/08/20

El viaje está llegando a su final. Hoy ya es el día que regresaremos a casa, dejando atrás kilómetros de bonitas carreteras, profundas montañas y pueblos encantadores. Por la mañana Joan y yo vamos a recorrer los bosques de alrededor corriendo.

Después del almuerzo adecentamos un poco la AC y nos ponemos en marcha. Retomamos el ascenso del Col d’Aspin que habíamos dejado a medias ayer. Por el camino superamos a un buen número de ciclistas que aprovechan el buen día que tenemos para coronar otro de los puertos pirenaicos famosos de la ronda francesa. Este puerto, sin ser tan largo y duro como su vecino Tourmalet, es muy bonito. En su punto más alto hay un pequeño parking de tierra [N42.942210, E0.327379] que a estas horas ya está repleto de vehículos. El tramo de bajada es por una revirada y estrecha carretera, que en escasos 12 kilómetros nos conduce hasta la población de Arreau. Allí cogemos la carretera D929, más amplia y transitable, que irá recorriendo todo el balle hasta el final del todo, donde alcanzará la frontera franco-española. Al llegar a la población de Saint-Lary-Soulan decidimos hacer un alto en el camino para estirar las piernas y recorrer ésta concurrida población, centro neurálgico de Val d’Autun. Sus calles están muy animadas, llenas de comercios y restaurantes. No dudamos que será destino de una futura escapada a la zona de Neouvielle.

Ya casi es mediodía. Nos ponemos en marcha para ascender hasta el final del valle, donde debemos encontrar el túnel de Bielsa-Aragnouet que nos permitirá cruzar hacia España. El valle en su extremo final es de una belleza enorme, y uno no desea alcanzar su final por miedo a que se acabe. Como intento desesperado por eternizar estas vacaciones, decidimos parar a comer en el área de descanso que hay justo a la entrada del túnel. En un rincón junto al arroyo que desciende de las altas cumbres reinantes, pasamos una agradable sobremesa.

Pero como todo en esta vida, este viaje también tiene un final. Nos ponemos de nuevo en marcha. Ya solo nos queda cruzar el túnel de Bielsa-Aragnouet, con el paso fronterizo situado dentro del propio túnel. Nos sorprende que el paso del túnel sea alternativo para los dos sentidos de la marcha, regulado por un semáforo.

Ya en el otro lado del túnel, en territorio español, un fuerte descenso nos conduce hasta la población de Bielsa, y a parir de aquí ya solo nos queda consumir kilómetros y kilómetros para alcanza el destino de casa, sufriendo un importante incremento de temperaturas durante el recorrido de regreso.

 

CONCLUSIONES

Si una palabra tuviera que definir este viaje, ésta sería “sorprendente”. Sorprendente porque el viaje ha dado de sí mucho más de lo esperado. Sabíamos de antemano que este viaje no iba a tener ese punto de descubrimiento de lo desconocido, de estar lejos de casa, de estar en un lugar al que difícilmente volveremos. Más bien tenía tintes de escapada de un puente cualquiera a la montaña.

Pero tanto el ritmo sosegado del viaje, como la actitud y el bienestar que hemos disfrutado en los diferentes rincones visitados y/o descubiertos, han aportado al viaje un punto de grandiosidad merecedor de un puesto privilegiado en los grandes momentos familiares. Por supuesto que, si a esa fórmula le sumamos la estética de los paisajes recorridos, podemos situar esta aventura en un puesto preferente dentro de los recuerdos ruteros.

Otro dato curioso. Por primera vez en todos los años que llevamos viajando en AC, no volvemos con el corazón encogido, ni aprovechamos el largo y agotador viaje de regreso para proponer destinos para el viaje del año siguiente.

Así que, esta vez, la partida la dejamos abierta.

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