sábado, 1 de agosto de 2020

Pirineo Francés - Capítulo 4

    


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CAPÍTULO 4         CAPÍTULO 5 

JUEVES 13/08/20

Como ya anunciamos, hoy es un día especial y grande. Toca madrugar mucho, pues la excursión así lo requiere. El objetivo no es otro que subir hasta la cumbre del Taillón a 3.144 metros de altitud, pasando por la imponente Brecha de Rolando.

El despertador suena a las 5:45 AM. Todavía no ha amanecido, y aunque la noche anterior fuimos a dormir pronto, cuesta mucho desperezarse. Nos vestimos casi inconscientemente, como si estuviéramos en modo automático. Nos ponemos en marcha y recorremos los 8 kilómetros de carretera para ascender al Col de Tentes. No hemos hecho noche aquí porque al estar situado dentro de los límites del Parque Nacional la pernocta no está permitida, aunque al llegar vemos algunas furgonetas con clara señal de haber pasado la noche.

Una vez aparcados, nos tomamos el desayuno mientras el día va amaneciendo. En un primer contacto con el exterior nos percatamos que las temperaturas son un poco más bajas de las que teníamos previstas según las previsiones meteorológicas, una sensación térmica enfriada por las fuerte corrientes de aire que dominan en esos momentos de la madrugada. Es por ello por lo que acabamos de adecuar las vestimentas a las condiciones actuales, y sin más dilataciones, nos ponemos en marcha.

Las primeras instantáneas de la mañana son bajo una espectacular iluminación de amanecer. El camino empieza en una pequeña pista asfaltada sin desnivel alguno, la cual se transformará paulatinamente en una pista descompuesta de tierra y piedras.

Alcanzamos el Puerto de Bujaruelo, zona fronteriza con el homónimo valle español y antiguo paso en la ruta del contrabando. En este punto hacemos un importante cambio de rumbo, flanqueando por la base de la cara norte del Taillón. A pesar del gélido amanecer, el trayecto en continuo ascenso hace entrar en calor nuestros cuerpos y empezamos a despojarnos de algunas capas. Tras un largo flanqueo por la cara norte de la cima del Taillón alcanzamos la cascada por donde desagua el Glaciar del Taillón.

Seguimos las reseñas que indican el mejor trayecto para cruzarla minimizando los riesgos. Una vez superada, seguimos en ascensión hasta que alcanzamos el Collado de Serradets, desde dónde hacemos un alto para contemplar las impresionantes vistas del Refugio de Serradets (actualmente cerrado por obras) y como telón de fondo la cascada del Circo de Gavarnie.

En pocos minutos alcanzamos el refugio, desde donde tenemos las primeras perspectivas de la imponente Brecha de Rolando. Hacemos un alto en el camino aprovechando el cobijo de unas rocas para almorzar y reponer fuerzas. 

Han pasado 1h 50’ desde que iniciamos la macha en el Col de Tentes, con lo que estamos cumpliendo con los horarios previstos inicialmente. Retomamos la marcha, con más calma si cabe, pues enseguida afrontamos unas duras rampas por un sendero de piedras descompuestas, que nos conducirá hasta uno de los puntos delicado de la excursión: la congesta de nieve que hay previo el acceso a la Brecha. A medida que nos acercamos, la grandiosidad de este enclave natural es cada vez más latente. Extremando precauciones, avanzamos por la senda trazada en la nieve. 

Por suerte es fácil marcar huella para que los demás integrantes del grupo la aprovechen en sus pisadas, y dado que a las horas que estamos todavía no hay importantes masificaciones de gente que por lo que hemos ido leyendo está habiendo en este punto durante estos días de verano. Aprovecho para dar algunos consejos y/o instrucciones para la progresión en nieve y también para identificar situaciones de riesgo en las diferentes rimayas que se presentan en el recorrido.

Superada la congesta de nieve, ya solo nos toca afrontar una corta y fácil trepada hasta acceder a la base de la Brecha de Rolando, situada a 2.807 metros de altitud.


“Cuenta la leyenda local qué Rolando, el sobrino de Carlomagno, una vez derrotado en Roncesvalles por los vascones, y mientras huía de sus perseguidores, buscando un paso por entre las montañas para regresar a Francia, llegó a este paraje infranqueable. Para evitar que su espada Durandarte cayera en manos de sus enemigos, la arrojó con fuerza contra la muralla rocosa, provocando la aparición de la profunda brecha”.

Tras una breve reunión, decidimos seguir avanzando a pesar de la intensa niebla que domina la cara sur de la Brecha. Dado las importantes corrientes de aire reinantes en la zona ésta mañana, tenemos la esperanza que estos bancos de niebla sean intermitentes y pasajeros. Y así será durante lo que queda de jornada por su vertiente española de la ascensión. Tan pronto estamos inmersos en la penumbra dominante de un banco de niebla que impide alcanzar con la vista más allá de 20 metros de distancia, cómo de golpe se desvanece y disfrutamos de unas panorámicas grandilocuentes.

En éste primer tramo es fácil orientarse, puesto que tenemos la pared a nuestra derecha en todo momento. Al salir del abrigo de la pared, en la falsa brecha, ya de camino al Dedo, las fuertes rachas de viento hacen que la sensación térmica disminuya considerablemente. Nos volvemos a tapar poniéndonos chaquetas y cortavientos. Desde el Dedo hasta la cima la meteorología reinante será cada vez más adversa, sin embargo, las instantáneas que sacamos con esa bruma de telón de fondo son sobrecogedoras.

Una ladera pedregosa y descompuesta nos exige de un último esfuerzo hasta alcanzar la cima. La expresión de felicidad que se dibuja en nuestros rostros denota la satisfacción por el reto conseguido. Permanecemos un rato en la cima refugiados en un pequeño murete de la espesa niebla reinante.

Toca emprender el camino de vuelta. Al principio se hace duro porque con la parada en la cima hemos cogido frío en el cuerpo y especialmente en las manos, y el hecho de estar descendiendo no ayuda para entrar en calor a nuestros cuerpos.

Deshaciendo camino superamos El Dedo y la Falsa Brecha, hasta alcanzar de nuevo la Brecha de Rolando. Sin saberlo, más tarde nos enteraremos qué por casualidad, durante esta jornada ha coincidió que el gran atleta de Trail Aritz Egea ha pasado corriendo por este punto en su intento por batir el récord de la Monte Perdido Extrem, ruta que une los refugios de Pineta, Espuguettes, Sarradets y Goriz, dejando la nueva marca con un registro de 5h 51’ 40”, bajando la anterior marca en más de una hora. Lástima que no hayamos tenido la posibilidad de habernos cruzado, hubiera sido la guinda que culminara una gran jornada.

De nuevo en la Brecha volvemos a encontrarnos con mucha gente, algunos de ellos, bajo mi opinión, poco preparados en cuanto a material y/o actitud para moverse por zonas de alta montaña como en la que nos encontramos, cosa que pone en riesgo su seguridad y la integridad de los allí presentes. Deshacemos la trepada de acceso a la Brecha con alguna dificultad para reconocer la traza correcta. Cuando alcanzamos la traza de nieve nos percatamos de un incidente que está ocurriendo unos metros más abajo, en medio de la congesta. Un niño está cayendo montaña abajo por resbalón en la congesta de nieve. Por suerte la caída es limpia y no alcanza a colisionar con los bloques de rocas situados en la parte inferior del final de la congesta. Acto seguid su padre se tira por el mismo terraplén para alcanzarlo y socorrerlo. Difícil saber cuál sería la actuación más correcta en un momento así sin exponerse a más riesgos o peligros. Por suerte parecen estar los dos bien físicamente. Superado el susto, se dirigen de nuevo al camino y prosiguen su marcha en sentido descendente.

Aprovechamos el incidente para impartir unas breves instrucciones para extremar la seguridad. Avanzamos a marcha lenta, pero con firmeza y seguridad. Las impacientes e irresponsables actitudes de unos caminantes (no merecen el sustantivo de montañeros) van apretando por detrás. Nos vemos obligados a llamarles la atención ya que su inconsciente actitud puede derivar en un incidente en el que nos arrastren de rebote a nosotros. Incluso compañeros suyos les acaban recriminando su comportamiento.

Finalizado este complicado tramo es hora de hacer un alto en el camino para descansar y comer. Nos queda por delante la fuerte bajada hasta acceder de nuevo al Refugio de Serradets y continuar hasta el collado homónimo. Allí nos sorprende el vuelo de un helicóptero que pasa justo encima de nuestras cabezas y resulta que va a aterrizar junto al refugio. Durante un rato va sobrevolando por encima de nuestras cabezas haciendo viajes de ida y vuelta desde el Refugio hasta el Col de Tentes, descargando material de obra que lleva amarrado con unas cuerdas colgantes. Nosotros seguimos a lo nuestro y descendemos por la zona de la cascada.

A marcha fatigosa y rápida volvemos a flanquear por debajo de la cara norte del Taillón hasta el Puerto de Bujaruelo y finalmente alcanzamos el punto de inicio de la excursión en el Col de Tentes.

Extenuados pero satisfechos por la hazaña lograda nos dirigimos a la AC para descansar después de acometer una salida de 17 kilómetros y 1.404 metro de desnivel positivo.

Dicen que siempre llueve sobre mojado. A pesar de estar bastante cansados por la pateada, Joan se le ocurre e insiste en ir a hacer el cercano Pic de Tentes corriendo. En mi cabeza se desata un conflicto interno emocional entre satisfacer su iniciativa y ganas de hacer más montaña, o por el contrario descansar del agotamiento que ha supuesto la dura jornada que llevamos realizada. Pero es que la montaña fluye por mis venas, y me resulta imposible rechazar tal sugerencia, a pesar del cansancio.

Es una ascensión corta pero pronunciada, la cual decidimos hacer a la carrera, sin parar hasta la cima, desde dónde disfrutaremos de unas vistas espectaculares tanto de los Astazus como del gran Taillón.

Volvemos en pronunciada pendiente hasta la AC.

Nos ponemos en marcha para buscar un rincón donde pasar la noche. A pocos kilómetros, en la estación de esquí de Gavarnie [N42.728448, W0.031503], ya fuera de los dominios del Parque Nacional, es donde encontramos una agradable pradera para pernoctar junto a otras AC.

Realizamos unas relajantes duchas, un entretenido rato viendo series, juegos y charlas y una apetecible cena, para concluir con un reparador y profundo sueño que ponen punto y final a una gran jornada.

 

VIERNES 14/08/20

Pasamos una muy buena noche en un lugar sorprendentemente tranquilo, a pesar de estar al lado de la carretera. Cuesta desperezarse, pues el agotamiento acumulado de las jornadas de excursionismo está muy presente en nuestros cuerpos. Pasamos una mañana entretenida jugando y adecentando la AC, hasta que ponemos rumbo a Gavarnie. 

La zona de aparcamiento de la población está toda completa, y la cola de vehículos aparcados en la cuneta de la carretera se alarga más de un kilómetro después de la población. Visto el panorama, aparcamos en el área de AC. Después de comer bajamos andando a Gavarnie por un sendero. Es ponto y optamos por hacer la excursión hasta la cascada. El camino es amplio y muy concurrido. Pasado el puente de Noël empiezan las primeras rampas de ascensión. Una hermosa pradera junto al río nos da una tregua, para dar paso a una continua e importante ascensión hasta el Hotel du Cirque de la Cascade.

Entre el calor asfixiante y el agotamiento acumulado, el trayecto se nos hace extrañamente pesado. Nos cuesta avanzar y tratamos de no resoplar en exceso. Nos cruzamos con gran cantidad de excursionistas y caminantes, prueba de que esta excursión es posiblemente de los destinos más turísticos y concurridos de la zona. Al llegar al Hotel du Cirque de Gavarnie, nos recibe un bonito edificio acompañado de un acogedor bar con una soleada terraza, con un telón de fondo en forma de circo montañosos inmejorable.

Paramos a tomar unas instantáneas y acto seguido optamos por darle el que creíamos que sería el último apretón a nuestros castigados cuerpos. Objetivo: la base de la cascada. El destino lo tenemos a tiro visual en todo momento, pero aparentemente parece más accesible de lo que resulta ser realmente. A medida que nos vamos acercando, el camino pasa de ser una senda bien definida a ser un camino irregular repleto de piedras descompuestas, que junto a que cada vez el desnivel es más pronunciado, el avance es más penoso a cada paso que damos. El último tramo se trata de una tartera la cual requiere de un gran esfuerzo para superarla. En la base de la cascada una niebla de finas partículas de agua no deja empapados casi sin darnos tiempo a reaccionar. La sensación de estar bajo este descomunal salto de agua es difícil de describir. Te empequeñece y a la vez te permite dimensionar la realidad del tamaño de todo lo que te rodea.

Pronto salimos de la cortina de agua empapados. A estas horas de la tarde el sol ya no calienta en las profundidades de los valles, con lo que el frío nos cala en los huesos. No es hasta regresar al Hotel du Cirque que entramos en calor.

El camino de vuelta ya resulta ser más solitario. Alcanzamos de nuevo la población de Gavarnie. Son ya pasadas las 7 PM, con lo que algunos comercios ya han cerrado, y los pocos que están abiertos están poco concurridos.

Aprovechamos para comprar algo de comida y dar una plácida y tranquila vuelta, antes de retomar el camino de vuelta a la AC. Este corto tramo de poco más de 1 kilómetro en ascenso hasta el área puede que haya sido el caminar más aburrido y desolador de todo el viaje, no por el paisaje que nos acompaña, sino por el desgaste que arrastramos por el cansancio acumulado de los últimos días, teniendo nuestros cuerpos en reserva y pidiéndonos a gritos una tregua.

Esta noche cenaremos a fuera en una agradable velada previa a un plácido y tranquilo sueño en el área de AC de Gavarnie


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