JUEVES 13/08/20
Como ya anunciamos, hoy es un día especial y grande. Toca
madrugar mucho, pues la excursión así lo requiere. El objetivo no es otro que
subir hasta la cumbre del Taillón a 3.144 metros de altitud, pasando por la
imponente Brecha de Rolando.
El despertador suena a las 5:45 AM. Todavía no ha amanecido,
y aunque la noche anterior fuimos a dormir pronto, cuesta mucho desperezarse.
Nos vestimos casi inconscientemente, como si estuviéramos en modo automático.
Nos ponemos en marcha y recorremos los 8 kilómetros de carretera para ascender
al Col de Tentes. No hemos hecho noche aquí porque al estar situado dentro de
los límites del Parque Nacional la pernocta no está permitida, aunque al llegar
vemos algunas furgonetas con clara señal de haber pasado la noche.
Una vez aparcados, nos tomamos el desayuno mientras el día va amaneciendo. En un primer contacto con el exterior nos percatamos que las temperaturas son un poco más bajas de las que teníamos previstas según las previsiones meteorológicas, una sensación térmica enfriada por las fuerte corrientes de aire que dominan en esos momentos de la madrugada. Es por ello por lo que acabamos de adecuar las vestimentas a las condiciones actuales, y sin más dilataciones, nos ponemos en marcha.

Las primeras instantáneas de la mañana son bajo una
espectacular iluminación de amanecer. El camino empieza en una pequeña pista
asfaltada sin desnivel alguno, la cual se transformará paulatinamente en una
pista descompuesta de tierra y piedras.
Alcanzamos el Puerto de Bujaruelo, zona fronteriza con el
homónimo valle español y antiguo paso en la ruta del contrabando. En este punto
hacemos un importante cambio de rumbo, flanqueando por la base de la cara norte
del Taillón. A pesar del gélido amanecer, el trayecto en continuo ascenso hace
entrar en calor nuestros cuerpos y empezamos a despojarnos de algunas capas.
Seguimos las reseñas que indican el mejor trayecto para cruzarla minimizando los riesgos. Una vez superada, seguimos en ascensión hasta que alcanzamos el Collado de Serradets, desde dónde hacemos un alto para contemplar las impresionantes vistas del Refugio de Serradets (actualmente cerrado por obras) y como telón de fondo la cascada del Circo de Gavarnie.
En pocos minutos alcanzamos el refugio, desde donde tenemos las primeras perspectivas de la imponente Brecha de Rolando. Hacemos un alto en el camino aprovechando el cobijo de unas rocas para almorzar y reponer fuerzas.
Superada la congesta de nieve, ya solo nos toca afrontar una
corta y fácil trepada hasta acceder a la base de la Brecha de Rolando, situada
a 2.807 metros de altitud.
En éste primer tramo es fácil orientarse, puesto que tenemos la pared a nuestra derecha en todo momento. Al salir del abrigo de la pared, en la falsa brecha, ya de camino al Dedo, las fuertes rachas de viento hacen que la sensación térmica disminuya considerablemente. Nos volvemos a tapar poniéndonos chaquetas y cortavientos. Desde el Dedo hasta la cima la meteorología reinante será cada vez más adversa, sin embargo, las instantáneas que sacamos con esa bruma de telón de fondo son sobrecogedoras.
Una ladera pedregosa y descompuesta nos exige de un último esfuerzo hasta alcanzar la cima. La expresión de felicidad que se dibuja en nuestros rostros denota la satisfacción por el reto conseguido. Permanecemos un rato en la cima refugiados en un pequeño murete de la espesa niebla reinante.
Toca emprender el camino de vuelta. Al principio se hace
duro porque con la parada en la cima hemos cogido frío en el cuerpo y especialmente
en las manos, y el hecho de estar descendiendo no ayuda para entrar en calor a
nuestros cuerpos.
Deshaciendo camino superamos El Dedo y la Falsa Brecha,
hasta alcanzar de nuevo la Brecha de Rolando. Sin saberlo, más tarde nos
enteraremos qué por casualidad, durante esta jornada ha coincidió que el gran
atleta de Trail Aritz Egea ha pasado corriendo por este punto en su intento por
batir el récord de la Monte Perdido Extrem, ruta que une los refugios de
Pineta, Espuguettes, Sarradets y Goriz, dejando la nueva marca con un registro
de 5h 51’ 40”, bajando la anterior marca en más de una hora. Lástima que no
hayamos tenido la posibilidad de habernos cruzado, hubiera sido la guinda que
culminara una gran jornada.
De nuevo en la Brecha volvemos a encontrarnos con mucha
gente, algunos de ellos, bajo mi opinión, poco preparados en cuanto a material
y/o actitud para moverse por zonas de alta montaña como en la que nos
encontramos, cosa que pone en riesgo su seguridad y la integridad de los allí
presentes. Deshacemos la trepada de acceso a la Brecha con alguna
dificultad para reconocer la traza correcta. Cuando alcanzamos la traza de
nieve nos percatamos de un incidente que está ocurriendo unos metros más abajo,
en medio de la congesta. Un niño está cayendo montaña abajo por resbalón en la
congesta de nieve. Por suerte la caída es limpia y no alcanza a colisionar con
los bloques de rocas situados en la parte inferior del final de la congesta.
Acto seguid su padre se tira por el mismo terraplén para alcanzarlo y
socorrerlo. Difícil saber cuál sería la actuación más correcta en un momento
así sin exponerse a más riesgos o peligros. Por suerte parecen estar los dos
bien físicamente. Superado el susto, se dirigen de nuevo al camino y prosiguen
su marcha en sentido descendente.
Finalizado este complicado tramo es hora de hacer un alto en el camino para descansar y comer. Nos queda por delante la fuerte bajada hasta acceder de nuevo al Refugio de Serradets y continuar hasta el collado homónimo. Allí nos sorprende el vuelo de un helicóptero que pasa justo encima de nuestras cabezas y resulta que va a aterrizar junto al refugio. Durante un rato va sobrevolando por encima de nuestras cabezas haciendo viajes de ida y vuelta desde el Refugio hasta el Col de Tentes, descargando material de obra que lleva amarrado con unas cuerdas colgantes. Nosotros seguimos a lo nuestro y descendemos por la zona de la cascada.
A marcha fatigosa y rápida volvemos a flanquear por debajo
de la cara norte del Taillón hasta el Puerto de Bujaruelo y finalmente
alcanzamos el punto de inicio de la excursión en el Col de Tentes.
Extenuados pero satisfechos por la hazaña lograda nos
dirigimos a la AC para descansar después de acometer una salida de 17
kilómetros y 1.404 metro de desnivel positivo.
Dicen que siempre llueve sobre mojado. A pesar de estar
bastante cansados por la pateada, Joan se le ocurre e insiste en ir a hacer el
cercano Pic de Tentes corriendo. En mi cabeza se desata un conflicto interno
emocional entre satisfacer su iniciativa y ganas de hacer más montaña, o por el
contrario descansar del agotamiento que ha supuesto la dura jornada que
llevamos realizada. Pero es que la montaña fluye por mis venas, y me resulta
imposible rechazar tal sugerencia, a pesar del cansancio.
Es una ascensión corta pero pronunciada, la cual decidimos hacer a la carrera, sin parar hasta la cima, desde dónde disfrutaremos de unas vistas espectaculares tanto de los Astazus como del gran Taillón.
Volvemos en pronunciada pendiente hasta la AC.
Nos ponemos en marcha para buscar un rincón donde pasar la
noche. A pocos kilómetros, en la estación de esquí de Gavarnie [N42.728448,
W0.031503], ya fuera de los dominios del Parque Nacional, es donde encontramos
una agradable pradera para pernoctar junto a otras AC.
Realizamos unas relajantes duchas, un entretenido rato
viendo series, juegos y charlas y una apetecible cena, para concluir con un
reparador y profundo sueño que ponen punto y final a una gran jornada.
VIERNES 14/08/20
Pasamos una muy buena noche en un lugar sorprendentemente tranquilo, a pesar de estar al lado de la carretera. Cuesta desperezarse, pues el agotamiento acumulado de las jornadas de excursionismo está muy presente en nuestros cuerpos. Pasamos una mañana entretenida jugando y adecentando la AC, hasta que ponemos rumbo a Gavarnie.
La zona de aparcamiento de la población está toda completa, y la cola de vehículos aparcados en la cuneta de la carretera se alarga más de un kilómetro después de la población. Visto el panorama, aparcamos en el área de AC. Después de comer bajamos andando a Gavarnie por un sendero. Es ponto y optamos por hacer la excursión hasta la cascada. El camino es amplio y muy concurrido. Pasado el puente de Noël empiezan las primeras rampas de ascensión. Una hermosa pradera junto al río nos da una tregua, para dar paso a una continua e importante ascensión hasta el Hotel du Cirque de la Cascade.
Paramos a tomar unas instantáneas y acto seguido optamos por darle el que creíamos que sería el último apretón a nuestros castigados cuerpos. Objetivo: la base de la cascada. El destino lo tenemos a tiro visual en todo momento, pero aparentemente parece más accesible de lo que resulta ser realmente. A medida que nos vamos acercando, el camino pasa de ser una senda bien definida a ser un camino irregular repleto de piedras descompuestas, que junto a que cada vez el desnivel es más pronunciado, el avance es más penoso a cada paso que damos. El último tramo se trata de una tartera la cual requiere de un gran esfuerzo para superarla. En la base de la cascada una niebla de finas partículas de agua no deja empapados casi sin darnos tiempo a reaccionar. La sensación de estar bajo este descomunal salto de agua es difícil de describir. Te empequeñece y a la vez te permite dimensionar la realidad del tamaño de todo lo que te rodea.
Pronto salimos de la cortina de agua empapados. A estas
horas de la tarde el sol ya no calienta en las profundidades de los valles, con
lo que el frío nos cala en los huesos. No es hasta regresar al Hotel du Cirque
que entramos en calor.
El camino de vuelta ya resulta ser más solitario. Alcanzamos
de nuevo la población de Gavarnie. Son ya pasadas las 7 PM, con lo que algunos
comercios ya han cerrado, y los pocos que están abiertos están poco
concurridos.
Aprovechamos para comprar algo de comida y dar una plácida y
tranquila vuelta, antes de retomar el camino de vuelta a la AC. Este corto
tramo de poco más de 1 kilómetro en ascenso hasta el área puede que haya sido
el caminar más aburrido y desolador de todo el viaje, no por el paisaje que nos
acompaña, sino por el desgaste que arrastramos por el cansancio acumulado de
los últimos días, teniendo nuestros cuerpos en reserva y pidiéndonos a gritos
una tregua.
Esta noche cenaremos a fuera en una agradable velada previa
a un plácido y tranquilo sueño en el área de AC de Gavarnie
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