sábado, 1 de agosto de 2020

Pirineo Francés - Capítulo 3

    


CAPÍTULO 1         CAPÍTULO 2         CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4         CAPÍTULO 5 

DOMINGO 09/08/20

Debido a las condiciones meteorológicas que nos esperan al mediodía por la zona de Cauterets, optamos por un cambio de planes, lo cual nos regala una jornada de descanso, una más. Llevamos varios días sin calzarnos las botas, y eso se nota en el ánimo. No somos tan sedentarios como para hacer tantos días seguidos de no hacer nada.

Sin excesiva prisa, nos ponemos en marcha. Descendemos el puerto de Hautacam y paramos en un centro comercial para rellenar la despensa. Seguimos hacia Cauterets, donde llegamos en unos 30 minutos. Accedemos a una de las áreas de AC que hay disponibles en la población, concretamente la que está situada a las afueras dirección Pont d’Espagne [N42.886505, W0.115504]. A las horas que llegamos todavía es pronto y no tenemos problemas para encontrar un buen sitio. Como viene siendo habitual, dedicamos un rato a esparcimiento personal y seguidamente sacamos las mesas y sillas para comer fuera, aprovechando el soleado día que tenemos por el momento.

Pasamos un buen rato hasta que repentinamente nos sorprende la prevista tormenta de lluvia y viento que nos hace recoger rápidamente todos los utensilios y refugiarnos en la AC.

Como viene siendo habitual en estas latitudes, con la misma rapidez que llega un temporal también desaparece. Con los primeros rayos de sol decidimos calzarnos e ir a dar una vuelta para descubrir la población de Cauterets. El área de AC está muy bien ubicada, y en pocos minutos estamos en el centro, concretamente en la Avenue Charles Thierry, donde encontramos  varios comercios de material deportivo, los cuales son, bajo mi opinión, bastante decepcionantes en cuanto al material que disponen, más si tenemos en cuenta que nos encontramos en una zona exclusivamente de actividades deportivas. Seguimos descubriendo  comercios de alimentos regionales y alguna otra tienda con los típicos Berlingots, caramelos de los cuales cuenta la historia que antiguamente dado que las aguas de la zona tenían un alto contenido en azufre, los usuarios de los balnearios usaban los caramelos para que no sufrieran el mal gusto de sus aguas.

Compramos una pequeña bolsa para degustarlos, y sorprendentemente no tienen un pronunciado sabor a azúcar. Callejeamos un rato de tienda en tienda, pasando por las zonas monumentales más características de la población, como son la encantadora fachada del Ayuntamiento, la animada plaza del teatro y el que para mí es el edificio más pintoresco, el teatro de madera que actualmente hace las funciones de estación de autobuses.

Tras nuestro recorrido volvemos a la AC dónde acabaremos de pasar lo que queda de tarde, cenar y preparar las cosas para la excursión del día siguiente.

Como conclusión de nuestra visita a Cauterets no sería justo catalogarla como decepcionante, pero sí que un poco floja, esperábamos algo más. En general, edificios muy antiguos y descuidados, un puñado de pequeños comercios los cuales no acaban de reflejar todo el potencial de desarrollo de la zona y una falta de cuidado al detalle, en comparación con muchas otras poblaciones alpinas visitadas en otros viajes. Todo ello quedará eclipsado con levantar ligeramente la mirada hacia arriba y darse cuenta del entorno natural que lo alberga, donde el agua emana por doquier y los senderos hacen la delicia de cualquier senderista.

 

LUNES 10/08/20

Jornada para enmarcar en el recuerdo montañero. Hoy es uno de esos días de los que hacen afición senderista, de los que no quieres que terminen nunca. Nos levantamos temprano no sin dificultades, y hacemos un buen desayuno. Pronto estamos en marcha y ascendemos por la serpenteante carretera D-920 que nos conducirá hasta el aparcamiento de Pont d’Espagne [42.852262, -0.135378]. Por el camino cruzamos La Raillère desde dónde atisbamos a pie de carretera la espectacular Cascada de Latour, y unos cientos de metros más arriba la cascada de Cerisey. Una vez aparcados, acabamos de preparar los últimos detalles y nos dirigimos a la zona de taquillas. Tenemos previsto hacer la ascensión en telesilla para paliar el desnivel acumulado a la larga jornada de treking que nos espera por delante. Compramos un ticket combinado de sólo subida para el telecabina panorámico + telesilla. 

Tras una tranquila y relajante ascensión, alcanzamos la estación superior, desde donde empezamos a andar en ruta por el sendero balizado dirección Lac de Gauve. En poco más de 15 minutos alcanzamos la posición del lago, donde nos sorprende el fuerte viento que sopla, lo cual queda reflejado en el fuerte oleaje de sus aguas.
Sin mucha dilatación, seguimos nuestro camino por el sendero que rodea el lago por su vertiente derecha en dirección al Refugio de Oulettes de Gaube, a los pies del imponente Vignemale, la cima fronteriza más alta de todos los pirineos y uno de los tresmiles icónicos más representativos de los Pirineos. Finalizado el flanqueo del lago, empieza realmente el recorrido de ascenso. Vamos ganando altura constantemente, dejando al fondo el transcurso del arroyo proveniente del fondo del valle, en el glaciar del Vignemale. Es señal sin duda que tarde o temprano alcanzaremos algún salto de agua importante. 
Y en efecto, tras un par de subidas importantes, alcanzamos la Cascade Esplumouse, y un poco más arriba la Cascada Darré Splumouse. Desde aquí ya vislumbramos la cara norte del Vignemale en su máximo esplendor, con el glaciar homónimo a su falda. La senda sigue ascendiendo indefinidamente hasta llegar finalmente al Refugio de Oulettes de Gauve. La panorámica que tenemos ante nuestros ojos es de nivel Dios. No recuerdo nada parecido en mucho tiempo. Me quedo atónito ante tal espectáculo de belleza montañosa. Por un momento no reacciono, hasta que vuelvo en sí y empiezo a plantearme como capturar fotográficamente de tal manera que me permita perdurar para siempre el recuerdo de este paisaje. Sacamos instantáneas desde múltiples ángulos. El día se presta a ello también, de momento.

Por otro lado, el hambre ya aprieta tras el esfuerzo continuo que hemos realizado para alcanzar estas cotas de altitud, por lo que buscamos un rincón donde refugiarnos del frío aire que recorre el valle y a la vez nos permita disfrutar de la espectacular cara norte del Vignemale, su glaciar y en general el circo montañoso que nos rodea.

Acabamos de comer y en poco tiempo la méteo cambia bruscamente, tornándose en un cielo nublado y descargando una tímida lluvia que en pocos segundos se convierte en un fuerte chaparrón. 

Nos refugiamos en la parte posterior del edificio a la espera que pase el temporal. Todavía nos queda un largo trayecto, con lo que decidimos no demorar nuestra marcha. Nos ponemos los chubasqueros y cortavientos e iniciamos la marcha tan pronto la lluvia cesa. Durante el descenso la méteo caprichosa vuelve a hacer un giro de 180 grados y nos vuelve a regalar una soleada compañía. 



Aprovechamos para hacer una parada en unos amplios prados con un entramado de arroyos para descansar y refrescarnos los pies en sus gélidas aguas. Tras este reparador descanso, proseguimos la marcha. La méteo continúa muy cambiante, algo normal en las horas de la tarde que estamos y tratándose de un clima de alta montaña. Van cayendo tímidamente unos chaparrones de agua que mitigamos parándonos bajo alguna zona de refugio.

Echamos la vista atrás y valoramos la situación. La méteo en la zona del Refugio de Oulettes parece que ha empeorado mucho, donde podemos divisar cortinas de agua y nubes bajas. Visto lo visto, ya que nos encontramos en las proximidades del Lac de Gauve, decidimos volver a ponernos ropa impermeable y avanzar sin parar, sean las que sean las condiciones que vayamos encontrando. Desde el Lac de Gauve hasta Pont d’Espagne nos espera una entretenida bajada por el medio de un gran bosque. La lluvia empieza a aparecer, constante pero no fuerte. La bajada se hace cómoda de no ser por las montoneras de gente que encontramos a nuestro paso y que tienen dificultades para avanzar por un terreno tan húmedo y resbaladizo, en parte por ir inadecuadamente calzados para moverse por la montaña.

Poco antes de llegar a Pont d’Espagne la lluvia cesa, y para nuestra sorpresa, el cielo vuelve a abrirse ligeramente. Pasamos por la zona del restaurante donde están los diferentes miradores de la ensordecedora cascada y cañón objeto de visita de la gran mayoría de turistas que se acercan a esta zona.

Finalmente llegamos a la AC. El reloj marca las 6 PM y los primeros rayos de sol tras la tormenta empiezan a hacer acto de presencia. Merendamos plácidamente mientras rememoramos algunos de los momentos más significativos de la excursión que hemos realizado.

Nos ponemos en marcha de nuevo. Hacemos una primera parada en Cauterets para comprar algunos alimentos y aprovechar la cobertura telefónica para hacer un repaso a la previsión meteorológica para los próximos días, las cual nos condicionará el calendario de las actividades. Ponemos rumbo hacia Héas, una pequeña población sin un núcleo urbano definido, a los pies del Circo de Tromouse, donde pasaremos la noche en un amplio prado que a la vez hace las funciones de parking [N42.749110, E0.089456]. Para ello deshacemos la carretera que une la población de Cauterets con Soulom y cogemos la carretera D921 dirección Luz-Saint-Sauveur, la cual cruza un bonito desfiladero esculpido por las aguas del río Gave de Gavarnie. Para nuestra sorpresa, a la llegada a Luz-Saint-Sauveur resulta ser una animada población, la cual sin duda pararemos a descubrir a la vuelta de nuestro periplo por estos valles.

Conducimos hasta Gèdre por una cómoda carretera, y a la salida cogemos un desvío a mano izquierda para adentrarnos en la carretera que conduce hasta el final del valle del Circ de Tromouse. Como ya comentamos, paramos en la población de Héas a pernoctar en una bonita y tranquila explanada.

 

MARTES 11/08/20

Después de la paliza del día anterior, decidimos levantarnos cuando el cuerpo nos lo pida. Tenemos previsto visitar el Circo de Troumouse. 

Por una información errónea, pensábamos que la navette de aproximación salía del parking de Héas, cuando realmente lo hacía desde más arriba, concretamente dese el parking del refugio de Maillet [N42.736323, E0.086383]. Nos ponemos en marcha y recorremos por una panorámica carretera los poco más de 4 kilómetros que nos separan hasta el refugio. A estas horas el parking ya está prácticamente completo, con lo que decidimos aparcar en un amplio margen de la carretera unos metros antes. Consultamos el acceso al Circo de Troumouse mediante la navette. Sale cada 55 minutos y la próxima salida ya está completa, con lo que nos tocaría esperar una hora y media. Decidimos hacer la subida andando por un sendero balizado, el cual marca un tiempo estimado de unos 50 minutos.


 La subida es dura, más de lo que imaginábamos. En poco rato superamos más de 200 metros de desnivel, y las piernas todavía tienen presentes el tute del día anterior. A paso lento alcanzamos finalmente el punto superior de la base del Circo, donde hay una estatua de la Virgen de Troumouse. Descansamos un rato mientras observamos el paisaje que nos rodea. Desde aquí identifico claramente las cimas de la Munia, la Pequeña Munia y Sierra Morena, todas ellas de más de 3.000 metros de altitud que había ascendido hace escasos 15 días en compañía del grupo de alpinismo.

Para la bajada, Susana y Maria descienden directamente, mientras que Joan y yo aprovechamos para acercarnos al Lac de Aires, el cual presenta un aspecto desolador por la escasa agua que contiene.

A ritmo alegre vamos bajando hasta el refugio de Maillet, donde nos encontraremos todos de nuevo.

Comemos en la AC y volvemos de nuevo al refugio para deleitarnos con unos caprichos en forma de deliciosos brownies y copa de helado. Una vez finalizado este pecado para los sentidos, conducimos la AC hacia el parking donde hemos dormido la noche anterior en Héas. La méteo para el miércoles no es muy halagüeña, así que no preparamos ninguna excursión en la montaña.

El resto de la tarde lo dedicamos a jugar y a entretenimiento personal de cada uno.

 

MIÉRCOLES 12/08/20

Amanece un día lluvioso, y según la previsión meteorológica será la tónica reinante durante todo el día. La idea de hoy es descansar y ultimar los preparativos para la excursión del día siguiente.

Pasamos un rato en la AC y cuando mejora la mañana nos ponemos en ruta dirección Gavarnie. La bajada por la carretera D922 hasta Gèdre es un poco complicada debido a que nos cruzamos con la multitud de vehículos que acceden al Circ de Troumouse, pero por suerte, a pesar de que la carretera es estrecha, dispone de bastantes rincones donde apearse para cruzarse con los vehículos.

Nos incorporamos a la carretera D921, una vía más amplia y cómoda de conducción. Alcanzamos la población de Gavarnie, la cual a diferencia de Cauterets es mucho más pequeña, pero con una escenografía mucho más cuidada. Pasamos de largo y nos dirigimos al área de AC situada a 2 kilómetros de la población [N42.738891, W0.020065] para recoger aguas y vacía depósitos, que íbamos muy apurados. Terminadas las tareas, nos acomodamos en el área hasta la hora de comer. A la tarde bajamos al pueblo de Gavarnie con la AC, puesto que la tarde continúa con un ambiente amenazante de lluvias y no queremos arriesgarnos a tener que recorrer el camino de vuelta bajo el agua. Aparcamos en una zona de aparcamientos en batería a pie de carretera adecuado para las AC [N42.736744, E0.012740]. La tarifa del aparcamiento es de 8€ por 24 horas.

Callejeando por Gavarnie descubrimos en la plaza principal la Oficina de Turismo y enfrente mismo una interesante tienda de material deportivo en la cual nos entretenemos un buen rato. Seguimos por la calle principal de la población entrando a los diferentes comercios de souvenirs, hasta que logramos encontrar un pequeño supermercado donde aprovechamos a comprar comida para el día siguiente. Aprovechamos que entramos en algunos comercios para refugiarnos de los tímidos chaparrones ocasionales que van cayendo. Ya casi en el otro extremo del pueblo tropezamos con los establos de caballos. Nos informamos de cómo funciona el servicio de alquiler, y dado que no tenemos nada más que hacer, optamos por alquilar un caballo para hacer la ruta hasta el Puente de Noël. La actividad es libre, es decir, alquilas el caballo y lo acompañas tú mismo, sin ningún instructor.

Antes de contratarlo dudamos si hacer la actividad o no por miedo a mojarnos. Tan pronto nos decidimos a contratarlo, tan pronto que nos cae un chaparrón de agua. Si lo hacemos adrede no nos sale peor. Por suerte dura poco rato. La ruta durará unos 30 minutos. Joan está encantado de montar a caballo y María rechaza el ofrecimiento a montar otro. Se encargará de conducir las riendas del caballo de Joan andando. El circuito propuesto es un agradable paseo por ambos márgenes del río Gave de Gavarnie de ida y vuelta hasta el puente de Noël.

Una vez acabado el paseo, volvemos a la AC, pero justo antes de llegar nos vuelve a sorprender otra descarga de agua. Igual que antes, dura poco rato, pero en esta ocasión nos deja bien empapados. Con la AC en marcha volvemos a recorrer los casi 2 kilómetros que nos separan hasta el área de AC donde pernoctaremos.

El resto de la tarde lo dedicamos a los preparativos tanto de equipaje como de comida para la excursión del día siguiente. Pasamos un agradable rato en el que todos aportamos lo mejor de nosotros para definir los preparativos. Ya solo queda programar el despertador e ir a dormir bien pronto, ya que al día siguiente toca madrugar para llevar a cabo lo que en el argot ciclista se conoce como la etapa Reina.


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