sábado, 1 de agosto de 2020

Pirineo Francés - Capítulo 2

    


CAPÍTULO 1         CAPÍTULO 2         CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4         CAPÍTULO 5 

MIÉRCOLES 05/08/20

Hay días que por mucho que los planees de antemano, no salen bien. Y al contrario, días que salen perfectos partiendo de la improvisación. Sin embargo, hoy descubriremos una tercera vía: hay días que planeas para que sean divertidos, pero sin saber cómo ni porqué, resultan ser geniales hasta límites insospechados.

Empiezo madrugando para calzarme las zapatillas de Trail e ir a correr por los senderos de montaña balizados hasta el Lac de Soum y el Cap d’Aout, a 1.650 metros de altitud. El circuito parte desde el edificio que hay junto al parking dónde hemos pernoctado. Tomo un amplio camino dirección al lago a través de un bosque, en claro sentido ascendente. Al salir del bosque sigo ascendiendo de forma más moderada a través de unos prados abiertos, siguiendo los perfiles de la loma montañosa. En poco más de 15 minutos llego un cruce, el cual siguiendo a mano izquierda me permite alcanzar en pocos metros un mirador privilegiado del Lac de Soum. Ya sólo queda rodearlo para llegar a su base junto a la que están pastoreando un grupo de caballos y en la que también hay una pareja que ha estado vivaqueando esta noche.

Tras dedicar un breve momento a recuperar el aliento y contemplar las vistas de las imponentes moles pirenaicas de la zona, retomo la marcha hacia la cima del Cap d’Aout. El objetivo es visible en todo momento. Inicialmente el camino sigue siendo una pista balizada, pero si lo sigo rodearé la cima, con lo que no hay más remedio que en un momento dado dejarlo para subir de forma directa hasta su punto más alto. Alcanzo la cima acompañado por otro grupo da caballos y vacas pastando. Desde este punto, las vistas del último tramo de la carretera panorámica entre el Col de Aubisque y el Col de Soulour que recorrimos ayer son fantásticas. Para realizar el descenso, la opción escogida es volver a la pista que he abandonado cuando he hecho la ascensión y continuar en sentido circular rodeando la cumbre para acceder por la cara opuesta al Col de Soulour. Desde aquí sale una tirolina de unos 200 metros muy interesante pero que, debido a la situación del COVID-19, este verano no está operativa. Un último y pequeño esfuerzo por unos agradables prados me conducen de nuevo al punto de partida. Ya solo queda recuperar las fuerzas con un buen desayuno y compartir con la familia los rincones descubiertos esta mañana.

Tras un desayuno reparador, y mientras disfrutamos del entorno privilegiado que nos rodea, observamos que en el edificio cercano al parking empieza a haber movimiento. La empresa de actividades de aventura ha abierto las puertas, y nos acercamos para curiosear la oferta de actividades. Nos interesamos por el alquiler de unos monopatines motorizados eléctricamente. Tras confirmar los detalles de la actividad, nos preparamos y recibimos las pertinentes instrucciones del monitor. Con algunas inseguridades iniciales por parte de unos, y mucho atrevimiento por parte de otros, nos ponemos en marcha. El alquiler es por espacio de 1 hora, y el itinerario a libre elección. Como ésta mañana ya he descubierto la zona del Lac de Soum, decido repetir para poder compartir con el resto de la familia este bonito paraje. A medida que avanzamos la confianza en la conducción de este vehículo va aumentando gradualmente al con el nivel de diversión alcanzado. Vamos avanzando entre risas y miradas atónitas de la gente que encontramos por el camino sorprendidos con este curioso medio de transporte. Alcanzamos el Lac de Soum donde las vistas que nos regala el paisaje despiertan una satisfacción igual a la vivida por mi hace justo un par de horas. Seguimos avanzando hacia el norte hasta alcanzar la Cabaña del Col de Cantau, desde donde haremos un giro de 180° para volver por la otra vertiente del valle hasta el lago inicial, y desde aquí desharemos el mismo trayecto que recorrimos en el ascenso.

Finalizada la actividad, dedicamos un rato a narrar emocionadamente las sensaciones y anécdotas vividas. Sin duda, una actividad altamente recomendable, y si encima se puede desarrollar en un marco paisajístico como el que nos rodea, el plan es de matrícula de honor.

Se acerca el mediodía, y decidimos ir a comer al siguiente destino marcado: La Barrage du Tech, una presa con una central eléctrica que recibe las aguas conducidas provenientes de la presa superior del Lac de Migouelou y sus lagos adyacentes. Este lugar es también punto de partida de innumerables excursiones, como la que conduce al lago y su homónimo refugio de Migouelou, el cual hubiera sido una buena opción para hacer caminando si no fuera por sus más de 1.300 metros de desnivel positivos que lo convierten en una auténtica paliza.

La bajada por la carretera desde el Col de Soulour es bonita y entretenida. En poco rato alcanzamos la población de Arrens-Marsous donde vemos anunciado en carteles que esta misma tarde va a tener lugar un mercado de productos locales. Una opción para tener en cuenta. Desde aquí hasta la Barrage du Tech la carretera es bastante sinuosa  y estrecha. Nos cruzamos con varios vehículos sin excesivos problemas, aunque en algún tramo en concreto sí que podría haber llegado a serlo.

Alcanzamos el lago. Por dimensiones es muy grande y está bastante lleno de vehículos aparcados en el margen de la carretera. Al final del lago se encuentra el área de AC [N42.910967, W0.259128], que no es más que un parking de tierra reservado para las AC, sin ningún tipo de servicios, pero con algunas sombras, detalle de agradecer en un día tan caluroso como el de hoy. Aprovechamos esta circunstancia para sacar la mesa y sillas y comer fuera. Acompañaremos la sobremesa con una reparadora siesta.

Uno de los motivos para elegir este destino era aprovechar para darnos un baño en sus aguas, pero entre toda la gente que había, ni uno solo estaba en el agua. Puede ser que estuviera prohibido, pero no supimos ver ningún cartel que así lo señalara, o puede ser que no sea del todo seguro, y así la gente ya lo entienda. Nos queda toda la tarde por delante, y no estamos dispuestos a estar acampados sin más bajo este calor sofocante, así que por unanimidad decidimos poner rumbo al cercano Lac de Estaing, dónde sí teníamos referencias de que allí no estaba prohibido el baño.

Para ello deshacemos el camino de ida hasta la población de Arrens-Marsous. Desde allí tomamos la carretera que une la D105 con la D103 a través del Col de Bordères. Una vez inmersos en esta carretera, nuestros presagios no tardan en cumplirse. Si por la mañana la carretera de acceso a la Barrage du Tech nos parecía estrecha y revirada, este pequeño puerto de montaña resulta serlo aún más.

Tras un lento y cauteloso paso, alcanzamos la carretera D103 a la altura de la población de Estaing. Ya solo nos separan unos pocos kilómetros hasta el lago. Cuando llegamos, apreciamos que la cantidad de AC que hay aparcadas en el margen del lago es innumerable. La suerte es que como se trata de una zona amplia, no están unas encima de las otras. Encontramos un lugar donde aparcar junto al lago [42.905972, -0.205809]. Una vez instalados, lo primero que hacemos es ponernos el bañador y a la carrera refrescarnos en las frías aguas del lago.

El sol va cayendo, y el agradable y refrescante baño pasa a ser un gélido ambiente propiciado por la brisa del aire y la falta del arropo de los rayos solares. Finalizado el baño nos cambiamos y vamos a dar la vuelta al lago andando. Por la vertiente Este, el lago está custodiado por la carretera asfaltada que acaba en el otro extremo, a las puertas de un bonito camping. Desde aquí salen diferentes itinerarios que se internan hacia el interior del valle. Siguiendo el margen del lago, encontramos un apetecible sendero que recorre el lago por la otra orilla hasta el extremo opuesto, donde un puente de madera nos permite cruzar el arroyo de desagüe del lago para alcanzar la parcela donde tenemos aparcada la AC.

La noche va cayendo, y ya sólo nos queda reponernos con una apetecible cena, tumbarnos juntos en la capuchina a ver algún capítulo de las series que tenemos descargadas y dejarnos caer en los brazos de Morfeo hasta la mañana siguiente.

 

JUEVES 06/08/20

Como ya ha venido pasando en los últimos días, no tenemos hora fija para levantarnos. Joan y yo tenemos planeado levantarnos pronto e ir a correr un rato, aprovechando para descubrir rincones del paraje que nos rodea. Nos dirigimos sin rumbo fijo hacia el final del valle. Sobre la marcha nos proponemos alcanzar la cota donde se divisa un pequeño refugio no guardado. Una vez allí, dejamos constancia de nuestro paso en el libro de visitas y volvemos al trote hasta la AC.

A media mañana nos ponemos en marcha rumbo Argeles-Gazost. La carretera que recorre el valle es a partes iguales bella y estrecha, como viene siendo habitual por la zona. Aprovechamos la llegada a una población importante para repostar las aguas de la AC y compramos varios alimentos. La mañana todavía nos permite tiempo para ponernos en marcha y dirigirnos hacia Betharram, donde visitaremos sus cuevas, una de las atracciones turísticas más famosas de la zona. En nuestro trayecto cruzaremos la población de Lourdes, en la cual tenemos previsto visitar más tarde su famoso Santuario.

El amplio aparcamiento de las cuevas está al lado de un solemne edificio, con una zona exclusiva para el aparcamiento de la AC [N43.101909, W0.188094].  El aparcamiento es gratuito, aunque con señales que indican claramente la prohibición de pasar la noche en las instalaciones.

Planeamos comer y acto seguido visitar las cuevas. Para la visita nos dirigimos al edificio desde donde salen las navettes gratuitas que nos llevaran hasta la entrada principal de las cuevas, situada a 2 kilómetros montaña arriba. Siguiendo los protocolos para respetar el distanciamiento entre personas, sacamos los tickets en la taquilla, beneficiándonos de un importante descuento por unos vales de promoción que habíamos conseguido anteriormente en un punto de información turística.

La entras a las cuevas se hace de esperar. Es recomendable llevar ropa de abrigo, ya que dentro de las cuevas hay una descenso importante de la temperatura, alcanzando valores de hasta 13°C. Las visitas son guiadas en grupos numerosos, donde el guía nos conduce a través de las diferentes galerías dando detalladas explicaciones y acompañadas con audios que va activando a su paso. Tanto las explicaciones como los audios las realizan en francés y posteriormente en castellano, lo que es de agradecer para hacer más entretenida y didáctica la visita.

Vamos explorando galerías donde admiramos las diferentes formaciones caprichosas de estalactitas, estalagmitas y columnas, aunque después de haber visto tantas cuevas durante nuestra etapa autocaravanista, lo que más nos sorprende, por ser diferenciador y característico de esta visita, es la forma de la bóveda de una de las cámaras, esculpida al azahar por el curso de las corrientes de aguas subterráneas de hace miles de años: la sala de las arañas. A la salida de la sala, a través de 279 escalones nos conducen hacia las galerías inferiores, donde encontramos los restos de una falla de unos cientos de metros de largo que cruzamos con asombro. A medio trayecto, resulta curioso como una señal esculpida en la piedra anuncia el límite donde se da el cambio de región de provincias francesas.

La siguiente parada es un pequeño embarcadero dónde una barca nos permitirá salvar en un corto trayecto un tramo de corriente de aguas subterráneas. Llegados a la otra orilla, avanzamos caminando hasta la estación de tren dónde, a gran velocidad, nos conducen hasta la estación exterior, situada en el majestuoso edificio que preside la zona de aparcamientos donde dejamos inicialmente estacionada la AC.

En el edificio, a parte de la estación de salida de la cueva, encontramos un encantador bar decorado en armonía con el edificio que lo alberga, y compartiendo espacio, la típica tienda de souvenirs.

Damos por concluida la visita dos horas después de iniciarla, con la satisfacción de habernos desviado en nuestra ruta para descubrir este rincón de Francia tan pintoresco.

Son cerca de la 6 PM, y teniendo en cuenta los horarios franceses, nos arriesgamos a hacer la siguiente visita a la cercana población de Lourdes. Aparcamos en un céntrico y práctico parking [N43.098300, W0.041679] compartido con una veintena de AC más. Nuestra intención es callejear un poco por Lourdes y visitar el complejo del Monasterio de Lourdes, principal atracción de esta población religiosa. Avanzamos por el Boulevard du Lapacca, donde ya percibimos que llegamos un poco tarde para los horarios franceses, ya que algunos comercios están echando abajo las persianas.

Como no podía ser de otra manera, las pocas tiendas abiertas están exclusivamente dedicadas a temas religiosos. En muchas de ellas venden unos recipientes en forma de virgen, o incluso más rudimentarios, para rellenar del agua que emana en las fuentes del Santuario.

Lo bueno que tiene el horario que dedicamos a la visita es que no debemos sufrir las indeseables aglomeraciones. Con calma accedemos a través de la entrada al Patio de San Miguel, desde dónde tenemos una amplia perspectiva de todo el complejo. A medida que nos acercamos podemos comprobar que el acceso a la Basílica de la Inmaculada Concepción está cerrado, no así el acceso a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario. Para allí que vamos. Dedicamos unos minutos a recorrerla por dentro. Una vez en el exterior de nuevo, seguimos hacia la cripta, donde permanecemos inmóviles y en respetuoso silencio.

Damos por concluida nuestra breve visita al complejo religioso del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes deshaciendo el camino hacia la AC, desviándonos ligeramente para callejear un poco por la población. Como conclusión podemos decir que ha sido una visita un tanto decepcionante y aburrida. Entendemos pero que dicha opinión viene condicionada tanto por el horario que hemos escogido, así como el cansancio acumulado por el sofocante día que nos acompaña, pues de buen seguro que la población nos debe guardar secretos que hemos sido incapaces de descubrir.

De nuevo en marcha de vuelta a la cercana población de Argeles-Gazost, dónde pasaremos la noche en la ya conocida área de AC del supermercado Carrefour [N43.004465, W0.086334] de la que tan buenas referencias tenemos para pasar una tranquila noche.

 

VIERNES 07/08/20

Hoy nos levantamos relativamente temprano. En nuestros planes no es que haya alguna excursión que así lo requiera, es más bien que queremos ir a primera hora al camping Les Trois Valéles [N43.012179, W0.097227], al cual llamemos ayer y nos dijeron que estaba prácticamente lleno.

El motivo de escoger este camping no es otro que el parque acuático que tiene, pues por el elevado precio que pagamos por una noche, la zona de parcelas no es que lo merezca.

Acampamos y como todavía es pronto, nos vamos a dar una vuelta por la población. En poco más de 10 minutos estamos en el centro urbano. Allí encontramos variedad de tiendas de alimentos regionales, de souvenirs, de deporte o terrazas de bares. En poco rato tenemos la visita hecha, y con un calor asfixiante nos dirigimos de vuelta al camping a hacer uso de su fabuloso parque acuático. En él encontramos por un lado una relajante piscina con agua climatizada, la cual tiene un par de chorros masajeadores, y en uno de los extremos un par de vasos que hacen la función de jacuzzy. Por otro lado, encontramos otra zona en forma de río con un trayecto rectangular, el cual tiene las aguas impulsadas por unas bombas haciendo unas corrientes que hacen que te vayas desplazando involuntariamente a lo largo del trayecto perimetral. Una gozada. Por otro lado, está la zona de toboganes. Tres grandes toboganes con trayectorias zigzagueantes hacen las delicias de pequeños y no tan pequeños.

Por último, encontramos una zona de grandes piscinas con un par de piscinas para los más pequeños de la casa, y dos grandes piscinas con terrazas a diferente altura donde jugar o pasar el rato en grupo.

A parte de las instalaciones, lo que más nos llama la atención es el comportamiento de la gente. La ausencia del típico griterío y el típico caos a base de toallas y hamacas dispuestas desordenadamente, contrasta notablemente con el ambiente que sufrimos en otros muchos campings cercanos a nuestra zona de origen. O incluso la ausencia de un vigilante en los toboganes solo para controlar los turnos de bajada, puesto que son respetados individualmente de forma ordenada.

Como anécdota de la jornada, Maria se hace una pequeña herida con una baranda. La acercamos a la caseta del socorrista para que le hagan unas leves curas, y aprovechando que han venido un equipo de filmación para capturar imágenes de cara a un futuro video promocional de las instalaciones, nos piden permiso para que Maria sea la protagonista en la zona de atención al usuario. Ya puede decir que ha tenido su minuto de gloria.

El día nos da para poco más. Comer-piscina y piscina-comer. Un gran día, y al tratar de seguir el ritmo excitante de los niños, posiblemente el más agotador hasta la fecha en este viaje.

 

SÁBADO 08/08/20

La verdad es que tenía mis dudas a la hora de planear un viaje con un ritmo tan relajado como el que estamos llevando los últimos días, acostumbrados como estamos a viajes con muchos más kilómetros y con gran cantidad de actividades y visitas programadas, pero lo estamos llevando bastante bien, si bien es cierto, que los días más fuertes de montañismo están aún por llegar.

Hoy decido volver a levantarme temprano, calzarme las zapatillas y salir a correr. Después de casi un año con molestias en las piernas cada dos por tres, es un placer poder ejercitarme sin problema físico alguno más allá del cansancio propio de la actividad y de la falta de entrenamiento continuado.

Planeo una ruta por la vía verde que pasa cerca del camping y volver por un sendero balizado paralelo al río Ousse, pero a medio camino del sendero debo desviarme y aparezco en la población de Silhen. Con más dificultades y esfuerzo de lo previsto, regreso al camping tras un entretenido entreno.

El plan para el resto de la mañana será recoger la AC, aparcarla a las afueras, y disfrutar del parque acuático.

Se acerca la hora de comer, y con mucha pena abandonamos las instalaciones del camping donde tan bien hemos estado las últimas 24 horas, para iniciar la marcha hacia la cercana estación de Hautacam, situada en lo alto de la homónima y cercana montaña. Se trata de un dominio esquiable que en verano aprovecha sus instalaciones para ofrecer un parque de actividades lúdicas. Recorremos los 14 kilómetros de ascensión por una sinuosa carretera repleta de ciclistas, no obstante, se trata de una de las famosas llegadas en alto de los Pirineo en el Tour de France.

Aparcamos en un amplio parking [N42.974091, W0.009480] y comemos tranquilamente. Acto seguido nos acercamos a las instalaciones del Parc de Loisirs du Hautacam dónde compramos varios pases para las actividades propuestas. La primera tentativa es hacer un descenso en el Mountain Luge, o como nosotros lo conocemos más, rodelbhan. Cada uno coge un trineo, y realizamos una veloz bajada a todo lo que da el aparato. Como se nota nuestro bagaje en este tipo de actividad en los últimos años. La siguiente prueba es un descenso en Devalkart, un buggie no motorizado el cual suben montaña arriba aprovechando el telearrastre de las pistas de esquí a través de un peculiar mecanismo, y una vez arriba, bajada libre a lo loco hasta el punto de inicio.

Aquí sólo suben los peques, y la impresión que dan es una mezcla entre diversión y temor por las posibilidades de descontrol del aparato. Pasamos un buen rato, rematándolo con un refrescante helado antes de volver a la AC para dirigirnos al Refugio de Tramassel [N42.972472, W0.003556] unos kilómetros más arriba, justo donde acaba la carretera asfaltada de éste formidable puerto de montaña. El paisaje desde aquí es sobrecogedor. Las vistas que nos depara este emplazamiento son de las que quitan el hipo. Pensábamos que la estampa que disfrutan nuestros ojos es insuperable. Ignorantes de nosotros, no caímos en la cuenta de que, al atardecer, con el progreso de las sombras y el tono asalmonado del cielo se multiplicarían las sensaciones hasta límites insospechados.

Dedicamos un rato a esparcimiento personal, y dado que todavía queda tarde por delante, decidimos acercarnos un rato al monte. Joan y yo vamos corriendo hasta la cima del Pic de Naourit, a 1813 metros de altitud, mientras que Maria y Susana se acercan andando hasta la base de esta cima. El primer tramo de subida es por una transitable pista forestal, a través de la cual unas cuantas furgonetas han aprovechado para alcanzar zonas de pernocta más salvajes y bellas si cabe. 
Al final de la pista, divisamos con claridad la senda que conduce en ligero descenso hasta el lago de Isaby. Es en este punto dónde cogemos un sendero que nos conducirá hasta la cima del Pic d Naourit. En la cumbre somos pasto de millones de hormigas voladoras que, aunque totalmente inofensivas, son bastante molestas. Rápidamente descendemos hasta la pista forestal, donde nos reencontramos los cuatro de nuevo. A partir de aquí, Susana y yo realizamos andando el camino de vuelta a la AC, mientras que los chicos vuelven corriendo por unos aéreos y fotogénicos senderos.
Llegamos a la AC extenuados. La tarde va tocando su fin, con los últimos rayos de sol que van cayendo, regalándonos una fiesta de luces y sombras para inmortalizar fotográficamente.

En lo que queda de anochecer aun nos daría para un pequeño incidente doméstico en el interior de la AC resuelto ejemplarmente con la colaboración y trabajo de todos y cada uno de los miembros que formamos parte de este bonito viaje.



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