Llevábamos tiempo preparando esta escapada. Para esta ocasión las
condiciones meteorológicas no eran las más adecuadas. Durante toda la semana
había estado soplando un fuerte viento que desplazó la nieve de las cotas altas
hacia las valles, dejando las cimas, o bien con nieve dura, o en el peor de los
casos, sin nieve.
Las ganas nos podían, y por ello decidimos
tirar adelante con la propuesta. El material que llevábamos tampoco era el más
adecuado (con éstas condiciones era más acertado perpetrarse unos crampones),
pero la escasez de dificultad de la ruta propuesta nos animó a intentarlo.
La ruta nos llevará a recorrer las cimas
del Pic de la Llosa (2504,0 m), Pic de Coma Ermada (2496,0
m), Roques Blanques (2456,0 m) hasta alcanzar la cima de Roc Colom
(2.506,5 m), el primero de los objetivos de la Jornada. Hasta aquí el uso de
las raquetas se hacía necesario.
Nuestro siguiente objetivo era atacar el Costabona, pero para
ello, a medio camino nos desprendemos de las raquetas y los palos, pues el
recorrido empieza a estar totalmente seco, sin rastro de nieve. Como que
volveremos por el mismo trayecto, decidimos dejar aparcado el material sobrante
y recogerlo a la vuelta.
Una vez superada la fuerte pendiente hasta
la cima del Costabona (2.464,0 m), toca deshacer todo el camino. No podemos
demorarnos mucho, pues vamos un poco retrasados con el horario.
Finalizamos la jornada cansados, pues
aunque la ruta está exenta de dificultad, es un recorrido largo.
Hemos saboreado una cara menos amable de
la montaña, con un día de viento y cerrado; y equipados con un material que no
era el más acertado. Pero ello forma parte de las múltiples caras que nos
podemos encontrar en la montaña, y nos ayudará a aprender y saber valorar mejor
aquellas jornadas en las que casi sin buscarlo todo sale rodado.
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