sábado, 12 de julio de 2014

Ascensión Pico Tebarray 2.916m





Fin de semana diferente. Para esta ocasión, nos escapamos Susana y yo para disfrutar y poder compartir con la persona que más quiero una de mis mayores pasiones: la montaña. En este caso se trata de una marcha de dos días hasta la cima del Tebarray, a 2.916m de altura. Para ello pasaremos noche en el Refugio de Bachimaña. En las reuniones previas nos comunican que encontraremos nieve en el trayecto, y la necesidad de que todos los integrantes dispongan de crampones para la ocasión.
Todo está preparado para que la mañana del Sábado partamos para nuestro próximo destino: el Balneario de Panticosa. La previsión para todo el fin de semana es buena, aunque eso no quita de la preocupación reinante en los vocales de la excursión por la nieve que todavía hay acumulada en la montaña.
El camino se hace largo. Paramos en la famosa área de servicios de Monrepós, a pie de autovía, unos km pasado Huesca. Allí aprovechamos para encargar unas cuantas madalenas, especialidad de la casa, que recogeremos a la vuelta a casa; y también nos sirve como punto de  reencuentro con otros integrantes de la marcha, que nos reuniremos en breve la totalidad en el refugio del La Casa de Piedra, ya en Balneario de Panticosa. Para mi sorpresa, me encuentro con Sergi, un amigo de la infancia del cual hacía años que no sabía y con el que tendré ocasión de compartir el fin de semana en lo que, al final, se acabará convirtiendo en una inolvidable excursión de alta montaña.
Retomamos la marcha hasta Balneario de Panticosa. Todavía no hay excesiva gente. Almorzamos con calma mientras esperamos la llegada del resto de integrantes de la marcha. Falta poco para iniciar el camino, con lo que sin mayor demora, acabamos de preparar los últimos detalles. Por delante nos quedan 2 horas de fuerte ascensión hasta el refugio de Bachimaña. Se trata de un refugio de nueva construcción con servicio de hospedaje y comida.
Partimos del sendero GR-11 que sale justo detrás del refugio La Casa de Piedra (1.636m). Éste sendero balizado conecta el Balneario de Panticosa con el refugio de Respumoso. La ruta inicial es muy clara, discurriendo al lado del río que baja directamente de los ibones de Bachimaña. Las primeras rampas de la ascensión cuesta encontrar el ritmo. El echo de acabar de almorzar y que el trayecto ya empiece en fuerte pendiente, te deshorienta el ritmo adecuado para marchar.
Susana lo lleva bastante bien. En esta ocasión es muy importante saber dosificarse, puesto que hay que sumar factores como que entre las dos jornadas la excursión será larga, con pocos descansos y acarreando un equipaje de mayor peso y volumen que en otras ocasiones. Su ritmo es alegre y aprovecha la distensión del grupo para mezclarse con los diferentes integrantes. Yo por mi parte, aprovecho estos primeros instantes para ponerme al día con Sergi de nuestra vida y nuestros planes. La subida se me hace muy liguera entre tanta conversación y fotografías. Nos vamos descolgando ligeramente del grupo, pero en todo momento en contacto con los vocales, que son los responsables y sobre los cuales no deseamos crear ningún referente de disgregación.
Tras una breve bajada, nos acercamos a la Cuesta del Fraile. La cuesta sube en fuerte pendiente zigzagueando hasta alcanzar el Ibón Inferior de Bachimaña. Es en éste punto donde aparecen los primeros contratiempos del grupo. Varios integrantes parece que tienen dificultades para afrontar la fuerte subida, con lo que decidimos que algunos de nosotros los acompañaremos adecuando nuestro ritmo a sus necesidades. Tras este esfuerzo, finalmente alcanzamos nuestro objetivo: el Ibón Inferior de Bachimaña. El camino GR sigue por la izquierda del ibón. Ésta será la senda a seguir en la Jornada de mañana. Nosotros cruzamos la presa por el puente habilitado para ello hasta alcanzar el Refugio de Bachimaña.
En el punto en el que nos encontramos es bastante abierto, y la sensación térmica es muy fría, provocada por las corrientes de viento y la nieve acumulada en las cotas altas.
Sin tiempo para descansar, nos comunican el segundo contratiempo. En este caso las consecuencias no han sido graves, pero podrían haberlo sido, y de sobremanera. Uno de los integrantes ha tenido un percance en el Ibón y se ha caído, teniendo serias dificultades para poder salir. Por suerte, la rápida colaboración de compañeros y los integrantes del refugio han permitido que quedara solo en un susto.
Toca abrigarse, hacer el reparto (o más bien adjudicación) de camas y disfrutar de lo que queda de tarde rodeado de muy buena compañía y unos paisajes espectaculares. Realmente me siento muy feliz de encontrarme en este lugar y poder compartirlo con Susana. Ella no acaba de mostrarlo con palabras, pero su cara refleja felicidad. Felicidad de estar aquí (totalmente nuevo para ella hacer noche en un refugio), de estar juntos en un ámbito que sabe que a mí me llena de bienestar, y de respirar tan buena armonía y tranquilidad en todo lo que nos rodea en estos instantes. Ojalá pudiéramos grabar para siempre esta sensación. En nuestra retina quedará para el recuerdo.
Va cayendo la noche, y con ella el sol, lo que hace que la temperatura y sensación térmica sea cada vez más baja. Entramos al comedor para reunirnos en la hora de la cena. Somos diferentes grupos de alpinistas con diferentes proyectos a realizar en la jornada siguiente. El ambiente que se respira es de hermandad y compañerismo. Nadie es más ni menos, todos somos iguales. No importa edad, habilidades, condición física, todos somos hermanos. Risas, anécdotas y consejos se mezclan en las conversaciones.
Tras la cena, volvemos a salir por última vez a la terraza panorámica. El cielo está impresionante y en el horizonte, tras la silueta recortada de las montañas, se atisba una claridad que nos anuncia la inminente salida de la luna llena. Tras varios minutos de espera, Susana decide recogerse para descansar. La jornada de mañana es larga y no quiere negociarle más minutos de descanso al reloj.
Por mi parte, me quedo un rato más con los pocos integrantes que quedan a disfrutar de estos momentos. En el refugio tienen prohibida la entrada a animales, e incomprensiblemente no pueden hacer una excepción con un perro de unos compañeros Vascos. Con la que está cayendo. Con la ayuda de unas banquetas y unas mantas térmicas adecuamos lo que debería ser una especie de refugio en un rincón poco expuesto a las corrientes de aire. Al final queda bastante bien protegido para asegurarle una noche en condiciones al animal.
Se va haciendo tarde y me resisto a abandonar este lugar, pero toca descansar. Me dirijo sigilosamente a mi cama. Es ya tarde. Las luces están apagadas, y por respecto al descanso del resto de montañeros, no se puede hacer ruido ni encender luces. Estoy para ponerme a dormir, pero soy incapaz de encontrar la manta que con tanto cariño había preparado a la llegada al refugio. A ciegas trato de localizarla por el suelo o alrededor de la maleta, pero sin éxito.
Por suerte los guardas del refugio todavía tienen alguna más. A la postre, resultaría que a la mañana siguiente Susana me muestra la manta que había cogido temporalmente de mi litera para quitarse el frio de la noche y no pensó en devolverla. En fin, unas risas y ya está.
A la mañana siguiente, los más madrugadores y cachondos nos deleitan con el toque de queda. Es muy temprano, y no es fácil desperezarse. Hemos descansado muy bien. Sin prisa pero sin calma, nos vamos preparando para la jornada, adaptando las mochilas y la vestimenta a las condiciones del día. El silencio reinante y el ruido del tragín de montañeros arriba y abajo por las habitaciones es una melodía inconfundible que nos avisa de la importancia de la Jornada que nos depara el día. Un murmullo inconfundible y el cual me encanta sentir y vivir, y que queda reservado solamente para las grandes ocasiones.
Desayunamos algo ligero en el comedor y nos reunimos todo el grupo en el exterior del refugio, donde se darán las instrucciones del día. Amanecemos con un cielo totalmente despejado, aunque la ausencia del sol a estas horas hace que, junto a las latitudes que nos encontramos y las reservas de nieve que quedan, el ambiente reinante sea muy gélido.
Sin mucha demora, para no coger frío, nos ponemos en marcha. En estos primeros compases de la marcha, el grupo avanza estirado y en silencio. Flanqueamos el Ibón inferior de Bachimaña por el lado izquierdo, siguiendo las balizas del sendero GR. Pronto nos cruzamos con un paso que requiere mucha atención. Se trata de una pequeña lengua de nieve que se encuentra totalmente helada. Es el momento para aprovechar y dar de nuevo instrucciones para asegurar el paso. Alcanzamos el Ibón Superior de Bachimaña, mucho más extenso que el Inferior, y que también bordeamos por la izquierda. Seguimos ascendiendo hacia nuestro siguiente objetivo.
Superados éstos Ibones, nos encontramos con otra dificultad. Para seguir el camino propuesto, debemos cruzar el torrente procedente de los deshielos, que dado la cantidad de nieve acumulada todavía en las montañas, y las épocas del año en que nos encontramos, bajan con un caudal importante, con lo que las rocas que podrían servir de piso están totalmente cubiertas por el torrente. Mientras unos cuantos integrantes optan por descalzarse y cruzar con calzado de agua, otros se aventuran a intentarlo apoyándose en las rocas que están ligeramente cubiertas por el caudal del torrente. Nosotros optamos por la primera, ya que veníamos preparados para la ocasión. En este flanqueo dedicamos demasiado tiempo entre descalzarse, calzarse y reagruparse, con lo que sin más demora proseguimos la marcha. Empezamos pisando nieve con más constancia. Por suerte ya no se encuentra helada como a primera hora de la mañana, con lo que es de mejor acceso. El desnivel que debemos superar ahora es más pronunciado, y en el grupo empiezan a aparecer muestras de cansancio. Demasiado pronto para la jornada que nos espera. Avanzamos por el espectacular paso que flanquea el Ibón Azul inferior, un poco expuesto, pero con unas instantáneas increíbles. Poco a poco vamos aproximándonos a nuestro próximo objetivo, que no es otro que la base de los Infiernos, a la altura del Ibón Azul Superior. Es aquí donde decidimos hacer un alto para el almuerzo y donde se deben tomar las primeras decisiones que afectan a parte del grupo. A partir de aquí debemos afrontar una fuerte subida hasta el Collado del Infierno, toda ella por nieve, y en la que se harán indispensable el uso de crampones. Es por ello que se recomienda que todo aquel que no disponga de ellos, o aquellos que crean que su condición física no les permitirá afrontar lo que queda de marcha, no sigan avanzando y se queden en este punto con el vocal correspondiente.
Finalizado el almuerzo, procedemos a equiparnos con los palos y crampones. Para Susana es la primera ocasión que se los calza, con lo que procuro estar pendiente de ella ante cualquier eventualidad. El recorrido no es muy técnico, pero sí que hay que tener una serie de precauciones para adaptarse a las nuevas condiciones. Las instantáneas que vamos recogiendo del grupo en la marcha ascendente son espectaculares. Con mucho esfuerzo alcanzamos el Collado del Infierno, donde debemos abrigarnos para soportar el frío provocado por las fuertes corrientes de aire. 






Desde aquí tenemos unas vistas privilegiadas del Pico de los Infiernos, el Ibón de Tebarray y de la propia cima del Tebarray. El camino vuelve a estar despejado, con lo que debemos descalzarnos de los crampones. Estas maniobras ralentizan bastante la marcha, dado el gran número de componentes del grupo.
Flanqueamos horizontalmente hacia la derecha el Ibón, hasta el Collado de Tebarray. A partir de este punto, la ascensión se vuelve un poco más técnica, con pequeños pasos donde deberemos ayudarnos de las manos y donde estamos un poco más expuestos. La pendiente ha aumentado considerablemente y el último esfuerzo hasta alcanzar la cima acaba resultanto bastante duro. Finalmente conquistamos nuestro objetivo. Pico de Tebarray. 2916m. No obstante, no es el pico más alto que asciende Susana, pues en su palmarés ya disfruta de un tres mil, concretamente la ascensión al Teide, que hicimos hace ya unos cuantos años.
Las vistas son excelentes, siendo además un día muy limpio lo que hace que disfrutemos entre muchos otros picos de los cercanos Infiernos, Garmo Negro, Argualas, Facha, los no tan cercanos Balaitus, Frondellas, Telera, Midi d'Ossau o los lejanos Tallón, Perdido, Petrechema, Anie. La mayoría de ellos los reconocemos por la ayuda de Carlos, que entendido de la materia, nos los va reconociendo uno a uno.
Me resisto a abandonar la cima. De hecho, somos de los últimos en hacerlo, pero realmente no vamos muy bien de horario y no podemos alargar mucho las paradas. El paisaje es sobrecogedor, dominado por unas cimas todas ellas entrecubiertas por un manto blanco de nieve.
La bajada hasta el Ibón Azul Superior resulta bastante rápida. En éste punto guardamos definitivamente los crampones. Tras una breve parada para comer algo y guardar definitivamente los crampones, proseguimos la marcha en claro descenso. Para esta ocasión se toma una vía alternativa, evitando tener que volver a cruzar el torrente por su punto más complicado. Poco a poco alcanzamos los Ibones Superior e Inferior de Bachimaña y el refugio, donde deberemos recoger el material que depositamos para evitar transportarlo durante toda la travesía. La Cuesta del Frailes en esta ocasión en sentido descendente, se me atraganta. Llevo las piernas muy cargadas y requiero del apoyo de los bastones para evitar rampas. Susana me sorprende gratamente pues, pese al evidente cansancio por la larga Jornada, físicamente lo lleva bastante bien. La veo más entera que yo en el aspecto físico. El ritmo de bajada es alto debido a que llevamos bastante retraso con el horario marcado. Este ritmo, junto con las molestias en las piernas que me llevan acompañando desde hace bastante rato, me lastran el avance. Este último tramo de bajada se me hace muy largo y pesado, pero no por ello dejo de disfrutarlo, pues la montaña tiene también estos momentos que, aunque duros en un primer momento, reconfortan plácidamente una vez superados.
Alcanzamos a ver las primeras señales de que estamos cerca de Balneario de Panticosa. En pocos minutos nos reencontramos en el Refugio de la Casa de Piedra con los compañeros que no atacaron el ascenso a la cima. Queda solo tiempo para una breve exposición de cómo ha ido la jornada y las emotivas despedidas.
Ya en el camino de vuelta parada en el área de Montrepós para recoger el encargo de madalenas y proseguimos el viaje de regreso. Llegamos ya de noche a Igualada. Recogemos a Joan y María, con los cuales no hemos podido casi tener contacto en todo el fin de semana. La excitación de ellos por reencontrarnos y nuestro cansancio no son buenos aliados, pero las ganas de volver a estar junto a ellos posponen nuestro agotamiento unas horas.
Al parecer ellos también han disfrutado de un intenso fin de semana, donde han coincidido con las fiestas populares del barrio, han participado en una sardinada familiar, y hasta se han atrevido con unos Caracoles a la Olla.
Llega el momento de recuperarse, dejar paso a las más que probables agujetas que sufriremos, a digerir todo lo acontecido durante el fin de semana y a atender a las historias que nos tienen preparadas los peques con todo lo que el fin de semana les ha deparado.
Gracias Susana por querer compartir algo tan grande.
Te quiero.

Adjunto la crónica de la própia colla excursionista.
CEVCAMI

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