La
idea es combinar un poco de montaña con unos días de visitas turísticas.
Ponemos
rumbo hacia el Pirineo Francés con la incógnita de si podremos disfrutar de la nieve,
dadas las malas condiciones climáticas existentes en lo que se refiere a
nivología que está sufriendo el Pirineo en general a estas alturas del año. De
hecho, cruzamos el Túnel de Puymorens, ya en territorio francés, y ni rastro de
restos de precipitaciones. El paisaje tiene tintes de un otoño perpetuo. Alcanzamos
la población de Ax les Thermes, población de gran afluencia invernal dada la cercanía
de dominios esquiables, la cual no presenta ningún signo de turismo invernal.
En la localidad de Les Cabannes cogemos un desvío para ascender hasta la zona
de Le Plateau de Beille, con la esperanza que en cotas altas podamos encontrar
restos de nieve. La subida es larga y desoladora, pues alcanzamos cotas de 1.500m
y no hay rastro de clapas de nieve. No es hasta poco antes de llegar a nuestro
destino que empezamos a ver los primeros restos de nieve. Alcanzamos finalmente
el parking de la estación de Le Plateau de Beille, donde parece que la
acumulación de precipitación es más importante, pero no lo suficiente como para
practicar una salida con raquetas. Es por ello que decidimos hacer una
excursión por los alrededores solo con las botas de montaña, pero enseguida
vemos que a medida que avanzamos la acumulación de nieve va siendo más
importante, con lo que reconsideramos nuestros planes y optamos por volver unos
metros para calzarnos las raquetas de nieve que traíamos por si se daba el
caso.

Dadas las sorprendentes condiciones y espesor del manto nival que encontramos, partimos con la intención de hacer una ambiciosa salida alrededor del Le Plateau de Beille. Iniciamos los primeros pasos por una zona boscosa, para ganar metros en ascensión hasta salir a una zona más abierta en clara dirección a le Cabane Beille d'en Haut, a 1.939m de altitud.

Antes de que caigan los últimos rayos de sol, nos ponemos en marcha rumbo a la población de Tarascon, con la intención de pasar noche en esta tranquila población a orillas del río Ariège.
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Al día siguiente nos dirigimos a realizar otra excursión programada. En este caso la idea es visitar el Castillo de Montsegur. Para ello tomaremos la carretera local D117, una entretenida, estrecha y revirada calzada que con cuidado y paciencia nos conduce hasta nuestro destino. Aparcamos en un cómodo parquing en el arcén de la carretera. En esta ocasión estamos acompañados por otros visitantes que han optado por la misma visita que nosotros. La subida al castillo es pronunciada pero rápida, y tras pasar la caseta donde deberemos pagar por el acceso a este vestigio defensivo, enseguida alcanzamos la cima del Pog, a 1.207m de altura, donde encontramos los restos del castillo. Tras contemplar las vistas panorámicas y dar una vuelta a los alrededores de la fortaleza, deshacemos el camino. Acto seguido ponemos rumbo a la población de Mirepoix. Aunque ya habíamos estado de paso hace unos cuantos años, en esta ocasión tenemos intención de poder visitarla pausadamente y pasar la noche aquí.
Mirepoix es una localidad histórica situada en el departamento francés del Ariège. En el sudoeste, y en plena Occitania, la Arièja (en occitano). El ambiente de la ciudad se vive en su magnífica plaza porticada. Está rodeada de bellas casas de entramado sobre galerías de madera, resultando muy agradable con sus terrazas de cafés y sus tiendas. Destaca allí la vieja fachada de la casa de los Cónsules, ornamentada con esculturas de madera típicas de la Edad Media.
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Al lado de la plaza, la catedral de San Mauricio, dotada de una enorme nave de estilo gótico, donde destaca el campanario, cuya flecha bien afilada, de ocho lados, eleva la cruz terminal hasta los 60 metros, convirtiéndola en la más alta del departamento.
Enseguida tenemos visto el pueblo, y como hemos salido pronto por eso de que a partir de las seis de la tarde empiezan a cerrar los comercios y el pueblo se apaga, nos queda por delante toda una tarde en la autocaravana.
A
la mañana siguiente partimos ya rumbo a nuestro principal destino de este
puente de diciembre: la capital francesa de Toulouse. Antes de parar en la que
será nuestra base de operaciones durante nuestros días en la ciudad, la
rodeamos y nos dirigimos hacia el extremo noroeste de Toulouse, donde tras
seguir unas claras indicaciones, aparcamos en el museo Aeroscopia.
El
museo de Aeroscopia reúne en su salón de 7.000 metros cuadrados los aviones más
emblemáticos de la historia. En nuestro caso hemos declinado la opción de
combinarlo con una visita guiada a las instalaciones de la fábrica Airbus
debido a que los comentarios que leímos en las redes sociales tampoco eran muy
alentadores como para excusar el sobrecoste que suponía en los tickets de
acceso.
Nada más entrar al museo nos encontramos de frente con el impresionante avión Super Guppy, un avión de carga especializado en cargas voluminosas, al cual se accede mediante un sistema abisagrado de la parte frontal de la aeronave.
La
nave principal está dominada claramente por esta aeronave y por el flamante
concorde, un avión supersónico de transporte de pasajeros que estuvo en
servicio entre 1976 y 2003. Fue construido a partir de los
trabajos conjuntos de los fabricantes British Aircraft Corporation y
Aérospatiale. Poder entrar a esta nave y ver de primera mano cómo era, te
acerca más a entender lo que pudo llegar a ser en su momento como una
revolución dentro del transporte de pasajeros.
En la planta inferior podemos contemplar múltiples aeronaves desarrolladas con fines bélicos. Ya en los patios exteriores encontramos otro avión Concorde, y en el patio posterior, otra de las joyas del museo, el descomunal Airbus A380, el avión de pasajeros más grande del mundo. Se trata de la primera aeronave de reacción con dos cubiertas a lo largo de todo su fuselaje. Dispone de una capacidad máxima de 853 pasajeros en una configuración de alta densidad de clase turista. Tiene una longitud de casi 73 metros y 24 metros de altura. A través de un edificio contiguo podemos acceder a la aeronave por su planta inferior, y recorrer las diferentes estancias en los dos niveles.
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Tras
la interesante visita a este museo aeroespacial, ponemos rumbo hacia la zona
noreste de la capital francesa, en busca del parquin de la Cite de l’Espace,
donde tenemos referencias para poder aparcar y pernoctar cómodamente para
visitar la ciudad. Llegamos y el parking está que no cabe un alfiler.
Autocaravanas aparcadas incluso encima de las aceras, en los arcenes… tras
quedarnos un rato decidiendo que alternativa tomar, avistamos la intención de
un vehículo de abandonar su emplazamiento, con lo que rápidamente nos acercamos
a esperar su partida para ocupar la plaza liberada. Solucionado el tema de la
pernocta, ya podemos ponernos en marcha hacia el centro de la ciudad mediante
la combinación de transporte público. Cogemos la línea de autobús 37 que parte
de la cercana parada del museo Cité de l’Espace, y que tras un largo trayecto nos
conduce hasta la estación de metro de Jolimont, donde haremos transbordo para
coger el metro que nos acerca rápidamente hasta la Plaza Capitole, en la parada
homónima.
Una
vez ascendemos a la superficie, descubrimos que la tranquilidad y sosiego que
hemos disfrutado en los días previos se ha terminado de un plumazo. Calles
repletas de gente recorriendo los diferentes enclaves de los mercados Navideños
saturan todas las zonas peatonales del centro de Toulouse. Toca cambiar el chip
y ponernos en modo visita capital, extremando según que precauciones y
programando nuestros pasos.
Durante
los dos próximos días recorreremos las calles de Toulouse visitando los
mercados Navideños y sus humeantes y aromáticas paradas. En todos ellos
encontramos un control de acceso presumiblemente para controlar los aforos,
pero dada las ingentes cantidades de gente que encontramos, creo que al final
el efecto no es el deseado. El principal y más grande de los mercados es el que
se encuentra en la Place de Capitole. Muy cerca encontramos el de la place
Charles de Gaulle, y si seguimos hacia el Jardin Pierre Goudouli, donde
encontramos un bonito carrusel, podremos acceder al mercado de artesanos
situado a lo largo de la Rambla Jean Jaurès.
Dado
que dedicamos un par de días a esta ciudad, no solo aprovecharemos para
recorrer sus mercados y rincones centrados en la temática Navideña. También hay
tiempo para hacer las visitas que normalmente programamos en nuestros
reconocimientos más urbanitas. Es por ello por lo que dedicamos un rato a descubrir
el encanto del Mercado Municipal de Vico Hugo, un concurrido y amplio edificio
donde podemos ver paradas donde degustar diferentes productos regionales y
tradicionales. También callejeamos por las diferentes vías que parten a modo de
tentáculos como epicentro desde la Plaza de Capitol, donde descubrimos
diferente librerías particulares, como los múltiple edificios de Ombres
Blanches, la fascinante librería de temática manga Librarie Comptoir du Reve, y
sin quererlo, descubrimos la sorprendente Bibliothèque du Patrimoine de
Toulouse.
Tendremos tiempo también para recorrer algún típico comercio de las grandes franquicias y finalmente un paseo por la tranquila orilla del río Garona.
Ya solo nos quedará regresar a casa después de disfrutar de unos días de desconexión en familia, descubrimientos de rincones nuevos y acumulación de turistas.
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