Aprovechamos los días libres que disponemos para hacer una incursión por el Pirineo Navarro, del que habíamos oído hablar mucho y muy bien, pero no habíamos tenido aun la oportunidad de visitar.
La escapada empieza con una parada al Monasterio de San Juan de La Peña. Pernoctamos en el parking del Monasterio Nuevo, desde donde al día siguiente hacemos una interesante excursión hasta la cima del monte de la Ermita de San Salvador, con unas majestuosas panorámicas de las Peñas de San Salvador. Posteriormente visitamos la verdadera joya arquitectónica de la zona: el Monasterio Antiguo, un edificio de la época medieval situado en un enclave singular, al cobijo de una formidable gruta.
Desde aquí ya ponemos rumbo al cercano Valle del Roncal. La carretera cruza un sinuoso y espectacular congosto hasta llegar al pueblo que da nombre al valle. Aprovechamos para comprar queso autóctono y seguimos camino hacia el puerto de Belagua. A medida que ganamos altura la temperatura desciende vertiginosamente, hasta alcanzar las cotas más altas con los prados completamente cubiertos de nieve.
Hacemos noche en el área de AC de La Pierre de Saint Martin rodeados de una calma imperturbable.
Hacemos noche en el área de AC de La Pierre de Saint Martin rodeados de una calma imperturbable.

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No muy lejos de aquí, tendremos la posibilidad de adentrarnos en otro magnífico paraje para visitar las gargantas de Holzarte y Olhadubi. Justo en el punto donde se juntan, encontramos un espectacular puente colgante de 50 metros de longitud suspendido sobre una altura de casi 200 metros, al más puro estilo de película de Indiana Jones.
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Para acabar la jornada, cruzaremos el solitario puerto de Larrau, una carretera para recorrer poco a poco y disfrutar de todas las panorámicas que nos regala. Llegamos finalmente a Ochagavía, donde el termómetro vuelve a mostrar temperaturas menos gélidas y dónde pasamos una plácida noche en el parking junto a la estación patatera.
Amanece un día radiante. Desde Ochagavía sale una carretera que en poco más de 30 minutos nos conducirá hasta el aparcamiento de las Casas de Irati. El plan para hoy es recorrer el paraje la Selva de Irati. La excursión que escogemos es la típica que conduce por senderos a través de un extenso hayedo-abetal hasta el Embalse de Irabia, una magnífica isla de agua en pleno corazón de la Selva de Irati.
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A la tarde nos dirigimos hasta el conjunto monumental del Monasterio de Roncesvalles. Nos llevamos una decepción porque imaginábamos que sería más grande, pero la carga sentimental que desprende éste lugar compensa con creces esta pequeña desilusión. Nos dejamos embriagar por el ambiente que se respira, y no tardamos en empezar a hacer planes para un futuro a medio plazo para hacer El Camino de Santiago.

A la jornada siguiente nos desplazamos hasta la población de Espelette, otra de las sorpresas del viaje. Población turística por excelencia donde el pimiento rojo es su producto autóctono estrella, el cual promocionan de forma ostensible. Pasamos una agradable mañana. De camino a Zugarramurdi, hacemos una breve parada en la pequeña y acogedora población de Ainhoa.
Ya de vuelta en tierras españolas, visitaremos la famosas cuevas de Zugarramurdi, una gran cavidad de roca caliza conocidas porque antaño era lugar donde se celebraban aquelarres.
Al día siguiente bajamos el puerto camino Erratzu, desde donde sale una entretenida excursión hasta las cascadas de Xorroxín.
El viaje ya va llegando a su final, y que mejor manera de cerrarlo que con una suculenta comida en Elizondo, hermosa población donde está ambientada la novela “El guardián invisible”, de Dolores Redondo, y dónde posteriormente rodaron su adaptación cinematográfica.
Cerramos la jornada con un reencuentro con unos amigos que coincide que están pasando unos días por el Valle de Baztán, con quienes pasamos un agradable rato previo a poner rumbo de vuelta a casa.
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