Finalmente, después de
muchos intentos fallidos, este año ha llegado el momento de poder hacer uno de
los viajes que más ganas teníamos y a la vez más veces habíamos tenido que
posponer por una causa u otra. Y como no podía ser menos, en esta ocasión tuvimos
que replantear en el último instante el viaje por una indisposición de uno de
los peques. La idea era salir el sábado
a primera hora, y finalmente lo dejamos para el domingo después de comer.
En un primer instante las dudas nos asolaban, pues el destino no era ni mucho menos cercano como para poder deshacer camino rápidamente, pero el hecho de que el viaje era dentro de España (de cara a las coberturas y los recursos a la hora de afrontar imprevistos) y que las predicciones meteorológicas eran de extrema bonanza (tuvimos una pequeña primavera en pleno mes de Diciembre), junto con los buenos síntomas que María presentaba, nos abalaron en nuestra decisión final de seguir adelante con los planes marcados.
DOMINGO 04/12
Con la autocaravana ya preparada desde el viernes por la noche, a medio día iniciamos el viaje con destino la Comunidad Autonómica Cántabra. Teníamos por delante un plan ambicioso el cual nos permitiría descubrir una gran parte de este pequeño territorio, pero teniendo bien claro que los iríamos adaptando a las circunstancias que nos fuéramos encontrando.
Tras una larga tarde de kilómetros, llegamos al pueblo de Cabárceno. La hoja de ruta para el día siguiente era muy clara, pues tocaba uno de los platos fuertes del viaje, que a la postre, resultaría ser uno de esos días que quedan grabados en la retina para siempre y que difícilmente olvidaremos.
Una vez en este pequeño pueblo, nos dirigimos al área de autocaravanas situada junto al bonito lago Pozo de Acebo. Cuando llegamos ya era bastante oscuro y era bastante difícil de ver que nos deparaba el entorno. El área estaba bastante concurrida. Nos dirigimos a un rincón para parar, cenar y descansar. Había sido una jornada bastante cansada.
LUNES 05/12
Nada más abrir la persiana de la autocaravana, pudimos constatar lo maravilloso del punto en el que nos encontrábamos. La explanada donde habíamos pernoctado estaba justo a tocar del lago por uno de los lados, y por el otro, al parque de animales de Cabárceno. El ambiente autocaravanero era el de las grandes ocasiones, con multitud de vehículos ordenados a ambos lados de la explanada que poco a poco iban abriendo las escotillas. seguramente todos teníamos en común que o bien íbamos o veníamos al Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
Como la hora de entrar no era hasta las 10 de la mañana, nos dio tiempo de dar una vuelta por la población para entrar en una tienda de comestibles y hacernos con unos "sobaos" típicos de Cantabria.
Como la hora de entrar no era hasta las 10 de la mañana, nos dio tiempo de dar una vuelta por la población para entrar en una tienda de comestibles y hacernos con unos "sobaos" típicos de Cantabria.
Faltaban diez minutos para las 10 y ya nos encontrábamos en la puerta. Éramos de los primeros en entrar. la verdad que aunque habíamos leído bastante sobre el parque, era nuestra primera experiencia en un parque faunístico de los que puedes entrar con tu propio vehículo, con lo que no teníamos de todo claro que nos iba a deparar el día.
Si tenemos que hacer un resumen de cómo fue, diría que fue alucinante y emocionante a partes iguales. Las condiciones ayudaron mucho, pues tuvimos un día excepcionalmente soleado para ser Diciembre y el parque no estaba excesivamente concurrido, con lo que pudimos ir sin prisa pero sin pausa degustando todos y cada uno de los rincones que teníamos por delante.

Continuamos por los hipopótamos pigmeos hasta llegar a la zona de la Cabaña, uno de los puntos de descanso principales del parque. Como era bastante pronto, algunos animales aún no habían salido de sus guaridas, con lo que tuvimos ocasión de poder verlos de muy cerca e incluso tocarlos con toda la tranquilidad del mundo. Ese fue el caso de las avestruces, las jirafas , los elands y los antílopes.
La mañana pasaba poco a poco. Nuestros siguiente destino eran los osos, hienas y guepardos; en claro ascenso hacia nuestro objetivo de alcanzar la parte más alta del parque. hicimos un alto al camino para visitar andando la zona de los lobos, para luego acercarnos muy expectantes al Rey de la Selva: el león.
Llegamos finalmente a la parte más alta del parque, donde dejamos aparcada la autocaravana y aprovechamos para ir a los miradores que te daban una perspectiva extensa del parque, así como los que te permitían ver los valles del otro lado de la cordillera, con Santander de fondo brillando vigorosamente.
Fue aquí donde decidimos coger los telecabinas que nos llevarían a hacer un trayecto aéreo del parque. Algunas de las zonas las reconocíamos por haber pasado ya desde el asfalto, y otras las explorábamos por primera vez. Íbamos de una estación a otra haciendo transbordo entre los telecabinas. Un gran acierto esta iniciativa por parte de los promotores del parque.
De vuelta a la estación que está situada en la parte ala del parque, nos dirigimos a la autocaravana con intención de ir bajando poro a poco la montaña, acabar de ver esta zona y conducirnos al parking de la Cabaña donde planeábamos ir a comer.
Comemos y sin tiempo para descansar nos dirigimos rápidamente a ver el espectáculo de aves rapaces. Un instructor con la ayuda de varios compañeros hacen una exhibición por tiempo de 30 minutos en el que nos descubren habilidades de aves autóctonas. Acabamos todos maravillados y sorprendidos con el número final, en el que unas aves que sueltan en lo alto del cerro del parque llegan hasta la zona de exhibición para hacerse con la presa que el instructor suelta.
Una vez finalizada la exhibición, hacemos cola para poder fotografiarnos con algunos de los ejemplares.
Para descansar un poco, damos un agradable y tranquilo paseo por la granja, antes de partir a ver nuevos rincones.
La tarde nos depara muchos y más entretenidos rincones, como son la zona de los hipopótamos, dromedarios, el edificio de los gorilas, las jaulas de los tigres... vamos, un no parar.

Terminada la visita, el sol empieza a caer. Es el inconveniente de los viajes en invierno. Las horas de luz diurna se ven notablemente reducidas.
Muy cansados, nos dirigimos a la cercana población de Liérganes, donde tenemos constancia de que hay un área de autocaravanas. Puesto que todavía es pronto, aunque oscuro, decidimos dar una pequeña vuelta por el pueblo. Los comercios ya están engalanados con los correspondientes adornos Navideños. De vuelta a la autocaravana, ducha, cena y un reparador y merecido descanso a tan intensa jornada.
MARTES 06/12

En los Jardines de Pareda han montado una carpa a modo de mercado Navideño. Pasamos un rato entre el mercado y los Jardines, hasta que empezamos un largo paseo a través del puerto marítimo que nos conduce a través de las estatuas de "Los Raqueros" y el Puertochico. El objetivo es alcanzar la península de la Magdalena, pero visto que el trayecto es demasiado largo, decidimos coger un autobús de línea que nos acerque. Una vez en la entrada del parque de la península, vemos que es una zona de ocio y descanso de los habitantes de Santander. El día soleado invita a que mucha gente aprovecha para dar la vuelta, los niños para jugar y correr y las terrazas están abarrotadas de gente tomando algo.
La vuelta circular se puede hacer en tren turístico, pero optamos hacerla a pie para tomarnos nuestro tiempo para recorrer cada rincón. Llegamos al fascinante y vigoroso Palacio de Magdalena, donde secuestro a toda la familia para hacer un buen reportaje de fotos. Susana queda muy entusiasmada con el edificio, pues lo recuerda de una serie de televisión que ubicaron en este palacio. La siguiente parada será en el Museo del Mar al aire libe, que lo forman tres galeones que son réplica de los que empleara Orellana en el descubrimiento del Amazonas. Justo al lado, tenemos un pequeño zoológico donde podremos ver focas, pingüinos y leones marinos.
Finalizada la vista, continuamos nuestro camino hacia las playas del camello, que nos sirve de antesala a una de las playas más famosas y representativas de toda España: La Playa del Sardinero.
No es que es grande. Es lo siguiente. La marea está baja, y la gente la ocupa para hacer infinidades de actividades. Los niños pasan un agradable rato corriendo y jugando, y nosotros mirándolos. Tienen una extensión infinita para hacer lo que quieran, sin normas, sin restricciones.
Empezamos a estar hambrientos, y aprovechamos que cerca del Sardinero hay una zona de bares para recrearnos con unas tapas.
Después de comer, decidimos pasar un rato más en la Playa del Sardinero y pronto cogemos un autobús de vuelta hacia la estación de tren.
Volvemos a Liérganes para ponernos rumbo al siguiente destino. Queremos pasar la noche en un lugar un poco más salvaje, cerca del mar, y aprovechando que es temporada baja, no creemos que vayamos a tener muchas dificultades.
Durante el trayecto nos vuelve a caer la oscuridad. Llegamos al parking de la Playa del Tagle. Pequeño y tranquilo, con el inconfundible ruido de las olas rompiendo en la orilla. El lugar es justo lo que estábamos buscando. Pasamos lo que queda de tarde en la autocaravana.
Durante el trayecto nos vuelve a caer la oscuridad. Llegamos al parking de la Playa del Tagle. Pequeño y tranquilo, con el inconfundible ruido de las olas rompiendo en la orilla. El lugar es justo lo que estábamos buscando. Pasamos lo que queda de tarde en la autocaravana.
MIÉRCOLES 07/12
Salimos
a dar una vuelta para reconocer el rincón donde hemos pasado la noche. La cala
donde estamos es de postal. Bajamos por una senda muy bien adecuada hasta la
playa y desde allí cogemos otra senda que tiene la pinta de ir resiguiendo el
litoral. Desde allí dedicamos un rato a contemplar el paisaje y la naturaleza
que nos rodea. Es de allí que vemos la Ermita
de Santa Justa, situada en un acantilado que le da un encanto de postal.
Nuestra siguiente parada será en las Cuevas de Altamira. en la misma tónica que el resto de visitas, sorprende lo cómodo y agradable que es el no sufrir las aglomeraciones de turistas. La vista a las cuevas resulta muy lúdica y entretenida. Pasamos un buen rato en el museo hasta que nos toca el turno para entrar a la cueva. La Cueva no deja de ser una réplica de la natural, para evitar que ésta se pueda ser deteriorada.
Finalizada la visita, nos ponemos rumbo a otro destino de los que yo me quedo enamorado. otro rincón a pie de acantilados casi desconocido. En este caso se trata de la Cascada del Bolao, en Cóbreces. Nos entretenemos a bajar hasta el nivel del mar, y aquí es donde encontraremos el mejor punto para cruzar la desembocadura del Arroyo de la Presa.. una vez en la otra orilla, volvemos a subir los acantilados. es desde este punto desde donde tenemos una de las vistas más bonitas que nos llevamos de Cantabria, y además en este instante es solo para nosotros, no tenemos que compartirlos con nada.

Ya con la oscuridad caída, nos dirigimos al que será nuestra visita para mañana: Comillas. Nos dirigimos directamente al parking del puerto marítimo, donde dormiremos acompañado con alguna otra autocaravana.
JUEVES 08/12
Hoy aprovecho que me levanto pronto para salir a correr, dado tiempo al resto de tripulantes a que se desperecen tranquilamente.
Una vez estamos todos listos, vestidos y almorzados, nos desplazamos para visitar esta población. Hoy parece que encontramos un poco más de movimiento. No dejamos la población sin pasar por delante del Capricho de Gaudí. Otro testigo más de un genio que no deja indiferente a nadie por allá por donde pasó.
por recomendación de unos lugareños, nos dirigimos al mirador del a Ermita del Remedio. No fue fácil encontrar la vía de acceso, pero una vez lleguemos, quedó sobradamente recompensado el esfuerzo. Qué bonito que es el litoral Cántabro, en cualquiera de sus facetas. A la tarde pasamos por el Parque Natural Oyambre, y hacemos parada en la Playa de Gerra. Pasamos un muy buen rato jugando, leyendo, descansando, corriendo...
Para aprovechar las horas de poca luz acabamos la jornada dando una vuelta por la ya famosa población de San Vicente de la Barquera.
|
|
Como no tenemos muy claro donde pasar la noche, y teniendo tiempo por delante, decidimos avanzar camino hasta el destino de mañana, y nos dirigimos montaña arriba hacia el parking del centro de visitantes de la Cueva del Soplao.
VIERNES 09/12
La mañana amanece con un suave repicar de campanas, el de los cencerros de las vacas que invaden el parking. estamos completamente solos. Las vistas desde aquí son inalcanzables. A poco a poco van llegando los operarios del complejo, y posteriormente empieza un incesante degoteo de turistas. En previsión de que se empiece a llenar la zona, optamos por apresurarnos para hacer la visita a las cuevas.
el acceso se hace con un tren minero, en un entretenido paseo que te introuduce dentro de la montaña. Una vez dentro, un paseo a pie junto a un guía que va explicando con detalle las diferentes formaciones.
Finalizada la visita, aprovechando que desde el mismo parking hemos visto que estábamos al alcance de una cima montañera, no desaprovechamos la ocasión para alcanzarla. se trata del Pico Hugón, de 695m
Como hemos empezado pronto la jornada, vamos bien de tiempo para llegar a Bárcena Mayor, donde queremos aprovechar para ir a comer a un mesón y probar su archiconocido cocido montañés. Nos ponemos literalmente morados. menudo manjar.
Damos un necesario paseo por la población y alrededores, y pasamos el resto de la tarde en la autocaravana jugando y viendo alguna película.
SÁBADO 10/12
El viaje ya va llegando a su fin. No han sido muchos días, pero tenemos la sensación que llevamos semanas fuera de casa. El trayecto de vuelta lo hacemos a través de una bonita carretera que nos pasará por el Mirador del Balcón de la Cardosa, el Puerto de Palombera, situado a 1.260m para posteriormente descender hasta la población de Fintare, lugar donde se encuentra el nacimiento del río más largo de España: el Río Ebro. Aquí dedicamos un rato de descanso y sin mucha demora, emprendemos nuestro viaje de vuelta, dando por concluido este viaje que tan buen sabor de boca nos deja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario