martes, 22 de septiembre de 2015

Puig Solanes - Puig Castellar - Puig Agulles

Contrariamente a lo que solemos hacer, éste puente de septiembre modifiquemos considerablemente los planes iniciales previstos. La idea era hacer una escapada con la AC hacia la zona de Mura, lugar cercano y desconocido a la vez. Pero el ajetreo de una semana de intenso trabajo, la previsión meteorológica por la zona, y asuntos familiares, nos hicieron replantearnos la salida justo en el momento en el que ya estábamos preparando la AC para partir. Es de esas decisiones que sin saber porque, sabes que no te equivocas.
Tan rápido como deshacemos unos planes, ya estamos preparando otros nuevos. Tiramos de wahatsapp para proponer a la familia una excursión por la Serra d’Ancosa, en el término de la Llacuna, y en poco menos de una hora estamos todos reunidos camino de esta población.
EL objetivo de la salida es, por un lado, ascender las dos pequeñas cimas de Les Agulles (841 m) y el Puig de Solanes (914 m), las cuales forman parte del pequeño reto particular que tengo para ascender las cimas más altas de cada una de las 41 comarcas de Catalunya. El turno para ésta ocasión es para conseguir el techo de la comarca del Alt Penedés. Como en la bibliografía consultada hay diferentes criterios a la hora de definir si este hito le pertenece al Puig de Solanes o al Puig de les Agulles, dada la proximidad de ambos, decidimos que ascenderemos los dos y acabamos así con cualquier tipo de duda. La salida la completaremos con la cima del Puig Castellar (944 m), una de las mejores atalayas para admirar la comarca del Anoia.




Ya en el punto de partida, los nueve integrantes del grupo iniciamos la marcha alegremente. Nos cuesta bastante trabajo encontrar el sendero que nos debe conducir al primero de los objetivos, el Puig de Solanes. Tras cruzar a través del bosque en lógico sentido ascendente finalmente hallamos la senda a seguir. El camino nos obliga a apretar fuerte los dientes, pues aunque la distancia hasta el hito es corta, el desnivel a vencer es muy pronunciado. En poco rato todo el grupo nos encontramos frente al poste que acredita este punto como la cima. Realmente no es una cima en sí, pues se encuentra envuelta de frondosos árboles que la ocultan, y no destaca en altura considerablemente respecto al terreno que lo rodea. Seguramente éste es el motivo de la disparidad de opiniones para considerar si éste es el punto más alto del Alt Penedés o se debe ceder el puesto al Puig de les Agulles.
Foto de rigor, inscripción en el libro de visitas y nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo: el Puig de Castellar.
En este caso no tiene pérdida alguna. Las antenas de telecomunicaciones nos marcan claramente la dirección a seguir, y el camino es una ancha pista forestal. En poco más de veinte minutos llegamos a este punto. Aprovechamos para hacer parada para comer y regalarnos las vistas que este punto nos ofrece de toda la zona de la Llacuna, Miralles, Igualada y al fondo, las montañas de Montserrat.


El día nos está dando una tregua con la lluvia, pues las oscuras nubes anuncian incesantemente que en cualquier momento pueden descargar un aguacero.
Para variar el recorrido, la vuelta la haremos por otra senda. A medida que avanzamos vamos dejando atrás algunas setas que desconocemos si son comestibles o no. Y antes de finalizar, la salida todavía daría de si, pues tenemos ocasión de poder ver una pequeña culebra, a simple vista inofensiva.
Alcanzamos lo coches y todos estamos contentos y satisfechos por la excursión y el momento que hemos compartido. Pero la jornada aún no ha llegado a su fin, pues nos queda afrontar la corta ascensión al Puig de les Agulles.



Nos desplazamos un par de km con los coches hasta la base de ésta pequeña montaña. El camino está bien indicado y el trayecto es muy evidente. En poco más de 15 minutos, y tras superar un sinuoso sendero, alcanzamos lo que parece la cima. Y digo que parece, porque en esta ocasión solo hay una fita que lo hace intuir, a falta de algún hito o centro geodésico que lo expresara con mayor claridad. En fin, foto de rigor y vuelta en rápido descenso al punto de partida. Ya aquí, los más pequeños aprovechan para jugar gastar sus últimas fuerzas (o eso queremos creer) jugando con unas balas de paja mientras los mayores descansamos y acabamos de relajarnos observándolos como interactúan alegremente.
Salida divertida y entretenida por igual que hemos podido disfrutar en muy buena compañía.

En otras ocasiones llegados a este punto diríamos que hasta la próxima, pero nuestro inquieto interés por hacer actividades nos hará que en el corto trayecto de vuelta a casa ya estemos haciendo planes para mañana mismo, así que… hasta mañana.










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