Por otro lado, atamos el tema del cuidado de los peques. Los abuelos se los quedan encantados, y los peques más todavía. No es su primer anoche fuera de casa sin nosotros, pues en otra ocasión ya se habían quedado en casa de sus primos Adrià y Paula.
Ya el viernes por la noche nos despedimos de ellos. La noche en casa se nos antoja diferente. Aunque normalmente a estas horas ya están durmiendo, notamos su ausencia. La casa parece vacía sin estos angelitos. Ya por la mañana salimos pronto dirección el Valle de Arán. Hacemos camino dirección Pons, Tremp, La Pobla de Segur, Pont de Suert y Vielha. El camino se hace bastante rápido, excepto el tramo entre Senterada y El Pont de Suert, el cual es bastante durillo de curvas y pendientes (menos mal que no vamos con la AC).
El día parece que amanece un poco frío y con algo de viento. Tenemos la esperanza que una vez crucemos el Túnel del Cadí la cosa cambie, y realmente es así, aunque ha cambiado a peor. El cielo aparece más cerrado y el viento frío más fuerte.
Los planes iniciales de hacer una caminata hacia Uelhs deth Joeu. Quedan anulados porque las condiciones meteorológicas no invitan a perderse por las montañas. Al cruzar Vielha vemos que hay montado un animado mercado en su calle principal. Aparcamos y nos disponemos a dar una vuelta. Nos damos cuenta enseguida que no se trata de un simple mercado. Está todo el centro urbano cortado al tránsito y repleto de paradas diversas. Incluso hay una zona de exposición de caballos. Finalmente nos damos cuenta que se trata de la Feria Ganadera Comercial, Es un día señalado para Vielha, y festivo para muchos de los comercios. Enseguida las calles se abarrotan de gente, con lo que es el momento de retomar la marcha hacia Betlán (lo poco que me llegan a gustar las aglomeraciones de gente), en busca del hotel Tierras de Arán. El hotel está situado justo en la entrada de la población. El emplazamiento se antoja increíble, con una zona ajardinada en una ladera de la montaña y una situación privilegiada para admirar el Valle de Arán. Hacemos el check-in. El edificio en si es muy acogedor. La habitación escogida es la Artíes, un loft a doble nivel con lavabo, comedor y salita en la zona inferior, y una habitación con cama de matrimonio en el altillo, acompañado por una estructura de madera y una decoración muy acogedora. Ante tal recibimiento de nuestro alojamiento, y visto las condiciones meteorológicas que se nos han presentado, cambiamos de planes sobre la marcha. Puesto que el hotel tiene una pequeña zona de balneario, decidimos aprovecharla, con lo que queda descartada nuestra visita a las Thermas de Llo. Reservamos para las 19:00. Ya en la habitación, nos comemos los bocadillos que teníamos preparados para nuestra excursión prevista para esta mañana. Acto seguido salimos a dar una vuelta por el pequeño y tranquilo pueblo de Betlán. Encontramos un camino que va trazando la forma de la ladera de la montaña, y el cual nos conduce hasta la vecina población de Vilac. Para el camino de vuelta optamos por otro camino señalizado que nos conduce hacia Montcorbau, para posteriormente descender hasta nuevamente Betlán. Durante todo el trayecto nos acompaña un perro que encontremos a la salida de Beltrán. Le bautizamos Charlie (originales que somos) y, pese a nuestro poco interés por los perros, le acabamos cogiendo cierto cariño en poco más de una hora de compañía.
De vuelta al hotel nos marcamos una reparadora siesta.
Ya es la hora, con lo que ataviados con nuestros bañadores y albornoz, nos disponemos a disfrutar de una horita de balneario. El hecho de tener que reservar hora es porque la instalación nos la cierran solamente para nosotros. En una sala muy acogedora encontramos una zona de sauna, una cabina con alta humedad con aromas a eucaliptos y una cabina de duchas. En el otro lado hay un jacutzzi acristalado donde podemos disfrutar de un magnífico atardecer.
La sesión de relax nos deja aplatanados del todo, pero decidimos no dejar perder la oportunidad de disfrutar de una cena los dos solos y nos vamos a Vielha. El hecho de que hoy sea festividad local no ayuda, pues muchos locales están cerrados. Después de dar varias vueltas, Susana, que de esto entiende un rato, escoge el restaurante All i Oli. Un lugar pequeño, con numerosos cuadros de los ilustres famosos que lo han visitado, y que en pocos minutos queda llenos de comensales. Cenamos de maravilla, pero nadie nos libra de la hostia que nos pegan en la factura (los postres i vino hacen mucho daño). Ay… cuanto echo de menos nuestra autocaravana en estas ocasiones.
Recuperados del susto, damos un tranquilo paseo por las desiertas calles de Vielha y volvemos al hotel. Donde arropados en la confortable estancia del altillo donde está la cama, nos dejamos caer rendidos por el sueño.
Como que nuestra intención es llegar a casa para comer con los peques, desestimamos ésta opción, y decidimos desviarnos hacia la zona de la Bassa de les Olles. Vamos cruzándonos con muchos atletas por el camino. La matinal atlética es muy animada, y parece ser que esta especialidad está muy arraigada por la zona. Llegamos a la zona de la Bassa de les Olles. Un refugio junto a un estanque y una zona de pastura de vacas. Zona tranquila que anoto para una futura visita con la autocaravana y los peques. Deshacemos camino y tomamos el desvío hacia Vielha. Sin perder más tiempo, vamos retomando el camino hacia casa. Ha sido un agradable fin de semana que nos lo hemos dedicado a nosotros, pero sin duda, echamos en falta y mucho a nuestros peques. Deseamos llegar para abrazarlos y regalarles una caja de herramienta de juguete que les hemos comprado para que puedan arreglar las cosas como hace su papa.
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