Para este fin de semana, tenemos preparada una escapada a los Pirineos. Concretamente la zona de Cap de Rec, que tan buen sabor de boca nos dejó hace unos años cuando la visitamos con motivo de la excursión al Llac de la Pera.
Como viene siendo habitual, salimos el viernes por la noche, aprovechando que los niños duermen, y permitiéndonos a la mañana siguiente levantarnos en destino. Para esta ocasión, decidimos pernoctar en la recientemente estrenada área de AC de La Seu d’Urgell. La hora de llegada es bastante tarde, y coincidimos con un par de AC francesas en el estacionamiento.
Sábado, 5 de Octubre
Nada más abrir escotillas nos damos cuenta del estupendo día que nos está esperando. Venimos cansados de toda la semana, y se hace notar en la pereza que tenemos todos por ponernos en pie.
Una vez almorzados y vestidos, salimos para dar una vuelta por el mercado semanal de la Seu d’Urgell. Decenas de paradas distribuidas por las céntricas calles de ésta población. Nos lo tomamos con calma y recorremos todos los rincones. Aprovechamos para comprar algo de fruta y pan, pues el fin de semana lo tenemos pensado pasar en lo alto de la montaña, donde no podremos hacer acopio de alimentos. Lentamente la mañana va corriendo, y decidimos volver a la AC y emprender la marcha. Los planes iniciales son pasar por Andorra, concretamente al Punt de Trobada, para hacer unas compras concretas que teníamos pendientes de hace tiempo, y así nos ahorramos de otro viaje expresamente a Andorra. No hace ni 1km que hemos salido de la Seu d’Urgell, cuando ya encontramos retenciones en la carretera. Esto puede ser un horro. Faltan 10km hasta la frontera, y luego un par más hasta el centro comercial, con lo que se nos puede eternizar. Cambio de planes. Damos media vuelta y nos dirigimos al siguiente destino. Nos dirigimos a la población de Martinet, desde donde sale una pequeña carretera que en continuo ascenso nos conducirá hasta nuestro objetivo. El paso por la carretera es asequible con la AC, aunque dado al estado del firme y lo sinuoso del trazado, hay que tomárselo con un poco de calma. Un poco más comprometido es atravesar la población de Lles de Cerdanya, bonita población que ya hemos visitado con anterioridad, y desde donde se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas de las paredes rocosas de la Serra del Cadí.
Una vez cruzado el pueblo, curiosamente la carretera pasa a ser mucho más ancha y con un asfalto en perfectas condiciones. Pocos km nos separan ya de nuestro objetivo.
Por fin llegamos al pk del refugio de montaña Cap de Rec. Se trata de una estación de esquí nórdico. En verano también es bastante frecuentada por la posibilidades que ofrece para hacer senderismo y media-alta montaña. Es hora de comer, con lo que nada más aparcar, preparamos un aperitivo y acto seguido nos ponemos a comer.
La sobremesa se va alargando entre historias y juegos. En esta época del año, los días cada vez se han ido acortando más, y ante las previsiones para el día siguiente, decidimos que la excursión programada podríamos adelantarla a la tarde. Nuestra intención es visitar el Estany de l’Orri. Manos a la obra. Preparamos mochilas, cada uno la suya, incluidos los niños, nos equipamos adecuadamente… incluido algún chubasquero por si acaso, y empezamos la excursión. En el mismo pk ya encontramos unas pasarelas de madera sobre las que Joan y Maria se entretienen negociando el equilibrio para no caer al riachuelo.


Vamos alternando zonas boscosas con algún prado abierto. En uno de ellos, escuchamos los cencerros de lo que deben ser animales de pastura. La curiosidad nos aventura a acercarnos para ver de qué se trata. Tras superar unos arbustos, nos encontramos de frente con unas vacas que están disfrutando de una plácida tarde soleada sobre un manto verde. Nos quedamos un buen rato mirando las bestias, unos más emocionados, y Joan con todos los sentidos alerta, pues no las tiene todas.
Nos ponemos en pie, y enseguida llegamos a una pista forestal que debemos cruzar. Ésta pista viene desde el mismo refugio de Cap de Rec, y continúa hacia el Refugio de Pollineres, siguiendo hacia la zona de els Estanys de la Pera.
Ahora seguimos en fuerte ascensión por un camino de rocas sueltas que hacen más difícil el poder avanzar. Superado este tramo, el camino nos da una tregua tras la dura ascensión, y es el momento de desviarse de las marcas que íbamos siguiendo hasta el momento. La masa de bosque es bastante espesa, y aunque por las indicaciones que traíamos sabemos que el estanque está muy cerca, no es fácil de ver. Descendemos una decena de metros campo a través hasta que acertamos a ver el estanque. Precioso. Solemne. Llegamos a la orilla más cercana. Estamos totalmente solos. En sus oscuras aguas se refleja con todo detalle la Tossa Plana de Lles, que lo custodia atentamente. Nos planteamos de rodearlo por algún sendero, pero enseguida podemos comprobar que se antoja tarea difícil, pues no hay ningún sendero claramente que nos permita un acceso sencillo.
Nos acomodamos en unas rocas que a modo de embarcadero nos permiten de relajarnos y disfrutar en la misma orilla del estanque. El trayecto, aunque no es largo, con las paradas y dificultades se ha alargado más de la cuenta, con lo que creo que tenemos más que justificado el picnic a forma de merienda que nos marcamos. Realmente el lugar y el ambiente son ideales. Da la sensación que nos lo hayan reservado en exclusiva para nosotros. No se escucha ningún tipo de ruido. Van pasando los minutos y cada uno decide saborearlo a su manera. Susana aprovecha para relajarse tumbada encima de las rocas y perdiéndose con la calma que nos rodea, yo busco diferentes puntos desde donde inmortalizar el lugar y Maria y Joan andan de arriba para abajo jugando con lo que la naturaleza les ofrece.
El cielo parece que quiere romper esta tregua de la que disponemos, y decidimos que es momento de deshacer los pasos hacia la autocaravana. La bajada es más rápida y divertida, pero el cansancio, sobretodo en los niños es más acusado. Empiezan a caernos las primeras gotas justo en el momento que estamos cruzando la zona de prados, nada que con un chubasquero no se pueda soportar.
En cuestión de minutos, la fina lluvia se convierte en un chaparrón con todas las de la ley. Sin dudarlo un instante, salimos corriendo en busca de la zona boscosa donde refugiarnos. Alcanzamos un grupo de árboles frondosos donde no quedemos expuestos a la lluvia. Todavía no nos hemos rehecho del esfuerzo y la emoción de la carrera que nos hemos pegado cuando detectamos que justo detrás nuestro hay una enorme vaca que está aprovechando ese mismo emplazamiento para refugiarse del agua. Menudo sobresalto. De hecho, seguramente hemos sido nosotros los que le hemos ocupado el lugar que ella ya había elegido. Tenemos dos opciones, o mojarnos y quedarnos como pollos en busca de otro refugio (con la posibilidad de que ya esté nuevamente ocupado), o confraternizar con nuestro vecino vacuno y compartir refugio. Optamos por esta segunda, y realmente pasamos un buen rato entre risas y nervioso de los peques, más acentuadas cuando vemos que poco a poco se van acercando más compañeros de montaña de nuestra compañera vaca.
Parece que el chaparrón se va diluyendo para volver a ser una fina llovizna, con lo que aprovechamos la tregua para seguir avanzando en el descenso.
En poco rato llegamos al pk del refugio de Cap de Rec. Este es uno de esos momentos donde más gratificante resulta el tener nuestra casa rodante. Entramos a la AC, ponemos un punto la calefacción y aprovechamos para darnos una ducha reparadora.
Acabamos de pasar la tarde jugando y leyendo. Cuando ya va oscureciendo aprovecho para salir un momento. Veo una AC francesa que ya estaba cuando volvimos de la excursión, pero con las prisas y la efusividad del momento, tampoco le había dado mayor importancia. Ésta vez me acerco y veo que hay un par de choces más con matrícula francesa a su alrededor, formando un rondo, y en medio están montando una serie de aparatos en el propio suelo del pk, de considerables dimensiones. Deduzco que deben ser aficionados astrónomos, pero la curiosidad me hace acercarme e interesarme por los aparatos, pues su forma a medio montaje tampoco hace entrever que sean un telescopio convencional. Uno de los que están montando los aparatos se dirige a mí en un claro castellano, aunque su acento le delata el origen francés. Me explica que pertenecen a un club de astronomía de la zona de Tolouse y que se han acercado aquí porque Cap de Rec resulta ser una de las zonas de menor contaminación lumínica y fácil acceso del pirineo catalán. Están preparando los equipos, y me invitan a que les acompañe cuando ya haya caído de lleno la noche. Sorprende su generosidad, y no desaprovecho la oportunidad, con lo que acepto la cita nocturna.
De vuelta a la AC, cenamos tranquilamente. Los peques empiezan a estar cansados, y Susana También. Recogemos y aprovecho para salir con Joan a la calle. Hace bastante frío, y debido a la humedad reinante por la lluvia de esta tarde, la sensación de frío es mayor. Me uno al grupo, bajo la tutela del amable compañero. Realmente no me imaginaba lo que tenía por delante. Un entusiasta de la astronomía, que solo había una cosa que le apasionaba mas que observa el cielo: formar y hacer partícipes a los demás de su pasión. Y esta vez el elegido era yo, un ignorante total en este campo. Me inundó de explicaciones sobre la contaminación lumínica, la capacidad de adaptación del ojo humano a los diferentes niveles de oscuridad, los tipos de telescopios, estrellas, constelaciones, planetas, fenómenos astronómicos…. Y un sinfín de historias más que, por desgracia, aunque fueron excelentemente expuestas y muy bien entendidas por mi, no he logrado retener, debido sobre todo a que mi inexperiencia en este campo hace que la capacidad de retención de conceptos sea limitada.
Pude ver los diferentes colores que presentan una estrella, la nube de gas que forma lo que había sido una estrella y posteriormente había explotad, vete a saber cuando, la trayectoria de la vía láctea y diferentes constelaciones… y eso que el principio de la noche el cielo no estaba del todo limpio, pues todavía quedaban restos de nubes de la tormenta de la tarde. Pasaban los minutos y yo estaba entusiasmado, a la vez que agradecido, pues ante mi insistencia para que no estuvieran tan pendientes por mostrarme a mi el cielo y que pudieran disfrutarlo ellos, que al fin y al cabo son los apasionados, ellos insistían en mostrarme más y mas conceptos nuevos. Se les notaba que disfrutaban compartiendo su pasión.
A todo esto, Joan se me ha dormido en los brazos, con lo que lo acerco a la AC y lo pongo a dormir. Susana y Maria ya están dormidas, y aprovecho para acompañar a los vecinos franceses durante un rato más. Me resulta apasionante tanto la situación como la compañía, pero Morfeo empieza a abrazarme fuertemente, y la lucha que tengo por no caer en su poder hace que no pueda estar pendiente como se merece la ocasión. Así que opto por despedirme, pero antes de marchar me invitan a que, si me levanto poco antes de que el alba empiece a iluminar el cielo, poder ver un planeta, que si no voy equivocado, se trataba de Júpiter.
Domingo, 6 de Octubre

Decidimos volver a intentar ir a Andorra, a ver si en esta ocasión disfrutamos de mayor suerte con las retenciones. Y así es. Llegamos en un momento al centro comercial. Dedicamos poco más de un hora a las compras. Se acerca la hora de comer, y la intención es bajar hasta el área de AC de la Seu d’Urgell, para evitarnos las posible retenciones que después de comer se pueden ocasionar en la aduana.
Poco más. Comemos tranquilamente, recogemos y acto seguido emprendemos la marcha hacia casa. Aquí concluye un interesante y divertido fin de semana en familia que nos ha descubierto una arte del pirineo que ya habíamos visto de pasada, y una afición por el cielo que no me deja indiferente. Seguro que a partir de ahora veré esta afición con otros ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario