Logroño - La Rioja
El
Mercado de San Blas de Logroño aúna la belleza arquitectónica de su mercado con
una oferta culinaria apetitosa. Pescados, hortalizas, frutos secos, especias y
chacinas son algunos de los productos que distinguen a cada uno de los puestos
de este mercado dotándole de una personalidad propia que cambia de sabor cada
temporada.
Hereda
su nombre de la que fue la iglesia de San Blas. Esta iglesia fue demolida en
1837 con la intención de darle un uso muy distante al de un mercado
gastronómico, ya que sus piedras se emplearon para la construcción de una
muralla a modo de fortificación que rodearía por completo la ciudad de Logroño
durante la primera Guerra Civil Carlista que duraría desde el año 1837 hasta
1861.
Fue
en 1928 cuando se encargó el proyecto al arquitecto, Fermín Alamo, quién
inauguraría el nuevo Mercado de San Blas en diciembre de 1930.
El
emplazamiento era el mismo que el de la primera plaza de abastos, sobre la
iglesia de San Blas, comprendiendo cuatro calles principales. Se proyecta con
sótano, planta baja, entrepiso y piso, con acceso por cada una de las cuatro
fachadas. La fachada principal se abre a la calle Sagasta, con un cuerpo
central y un torreón a cada lado, que rematan en sendas torres de forma
cuadrangular que apoyan en núcleos de tres columnas cada una.
Para
la decoración de la fachada se emplean columnas, diferentes tipos de arcos que
albergan grandes ventanales y materiales tales como: hormigón armado, hierro,
crista, ladrillo y cerámica vidriada; la fachada se repite en la calle Gallarza
eliminando los torreones.
Las
fachadas secundarias a las calles Hernanos Moroy y del Peso, las realiza
mediante una sucesión de arcos angulares adintelados, adornados con ladrillo
rojo. Utiliza para la separación de los piso frisos de hormigón armado, en los
que aparecen relieves alusivos a la función del edificio: entre la planta baja
y la primera planta se ornamenta con temas vegetales, con cestos de verduras y
frutas, y entre el primero y segundo piso mediante peces, aves y corderos.
La combinación
de materiales y formas y elementos de diferentes tendencias, confiere al
edificio un carácter ecléctico, al que el arquitecto llega como fruto del
trabajo desarrollado en obras anteriores.
No obstante, la historia de este reconocido mercado logroñés iniciaría un nuevo capítulo en 1987, cuando se procedería a la restauración de este edificio.
Desde entonces y sin
descanso, el mercado continúa recibiendo gente y ofreciendo la esencia de La
Rioja en forma de alimento, a la vez que se adapta a los nuevos tiempos y a sus
continuas innovaciones y avances como, por ejemplo, ocurrió con la
incorporación de los ascensores (tanto para la carga como para el público).
Son casi treinta los
puestos que conforman este mercado, muchos de ellos se mantienen desde que
abrió por primera vez sus puertas, e incluso antes. Encontramos comercios
clásicos como la Carnicería Iturriaga, Hortalizas y Plantas Davalillo
Fuente: www.lariojaturismo.com y www.eldiadelarioja.es
Logroño, La Rioja
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