Después de un importante parón en cuanto a
nuestra actividad autocaravanista, retomamos la actividad con un viaje el cual
al principio nos había planteado ciertas dudas. Nos apetecía pasar unos días en
calma, descansar, relajarnos, pero tampoco queríamos apalancarnos en exceso. La
idea del viaje nos atraía, pero no así los grandes desplazamientos que teníamos
que llevar a cabo tanto para acercarnos al destino, como para desplazarnos
entre los diferentes puntos de interés. Y es que Castilla La Mancha es enorme
en extensión, y que mejor manera de darse cuenta que recorriéndola. Carreteras
infinitas para conectar poblaciones las cuales sobre el mapa son colindantes
pero que en la realidad ni las extensas planicies permiten divisarlas las unas
a las otras.
JUEVES 29/04/18

Retomamos nuestro camino. Ya no pararemos
hasta llegar a Mota del Cuervo, donde pernoctaremos en la parte alta de la
población, junto a los molinos de viento. Mientras salimos a dar una vuelta,
escuchamos de fondo los pasos de la procesión que se está celebrando con motivo
del Jueves Santo.
VIERNES 30/04/18
VIERNES 30/04/18
Amanece un día nublado y muy ventoso.
Aprovechamos para dar una vuelta por el cerro donde están los molinos tan
conocidos a través de la obra de Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha.
Las menciones a la obra y sus personajes serán una constante a lo largo de las
diferentes poblaciones que iremos visitando.
Visitamos un molino en su interior, el cual alberga
una exposición de objetos antiguos que antaño eran de gran utilidad y que
actualmente han quedado en desuso. Un gran entretenimiento recordando alguno de
ellos que seguramente habíamos visto en nuestra infancia en el desván de casa
de nuestros abuelos. Los niños, teniendo en cuenta que ya pertenecen a la
generación digital, se los miran con cara de no entender cuál era su utilidad o
porque nos llaman tanto la atención dichos aparejos.
Acabada la visita, nuestro siguiente destino
pasará por la población de Campo de Criptana. Paramos directamente en el cerro
donde están los molinos. En esta ocasión la afluencia de turistas es
importante, lo que le resta el grado de magia que si pudimos disfrutar en la
soledad e Mota del Cuervo. Damos una vuelta por el campo de molinos, pero
nuestro principal interés radica en recorrer la zona del albaicín. Un entramado
de callejones y casas blancas que se reparten desordenadamente en el cerro y
que recurrentemente nos recuerdan en algunos casos a nuestra visita a Marruecos
en la población de Chefchaouen.
Tras la visita, un alto al camino para comer,
descansar y acto seguido retomar la marcha hacia Consuegra. Muchos km antes de
llegar ya reconocemos la montaña donde está ubicado su castillo y los molinos
colindantes. Lamentablemente a la llegada a la montaña donde están situados,
encontramos prohibido el acceso con la autocaravana, con lo que la dejamos
aparcada en un pk inferior y accedemos montaña a través hasta la parte alta. El
viento que encontramos una vez alcanzada la cresta es infernal. Casi podemos
apoyarnos de espaldas y el viento nos evita la caída. La estampa que ofrece la
cordillera con el catillo y los molinos de viento alineados es muy fotogénica.
Pasamos u buen rato jugando y fotografiándonos, y justo antes de marchar,
avistamos al final del cerro un índice geodésico, que da a entender que nos encontramos
en una cima reconocida, con lo que no dudamos en inmortalizar el
momento.
La cima en cuestión es La Cuesta 828,3m.
Aprovechamos los últimos rayos de sol para visitar la cercana población de Puerto Lapice, donde encontramos en una calma aparente una bonita plaza en forma rectangular con soportales a dos niveles de madera. En verano debe ser un concurrido y agradable punto de reunión de gente.

La cima en cuestión es La Cuesta 828,3m.
Aprovechamos los últimos rayos de sol para visitar la cercana población de Puerto Lapice, donde encontramos en una calma aparente una bonita plaza en forma rectangular con soportales a dos niveles de madera. En verano debe ser un concurrido y agradable punto de reunión de gente.
SÁBADO 31/04/18
Iniciamos camino hacia Ruidera. En nuestro
paso por el Castillo de Peñarroya, junto al embalse del mismo nombre, hacemos
una pequeña parada. El fuerte viento sigue presente, pero no por ello
cambiaremos nuestros planes. Llegamos a Ruidera, y sin mucha demora, seguimos
nuestro camino hasta La Quebrada del Toro.
Tenemos contratada una visita guiada a esta falla. Llegamos justo a tiempo para calzarnos unos cascos, frontal en mano y dirigirnos a la sima donde nuestro guía Jesús nos explica con toda clase de detalles su origen y las historias que las rodean. Finalizada la visita, continuamos con la cercana Cueva de Montesinos. La cueva en sí tiene poco interés si la comparamos con otras cavidades ya visitadas, pero su estrecha relación con Cervantes y su inseparable personaje Don Quijote, junto con las explicaciones de nuestro guía, la hacen una visita totalmente recomendable.
Tenemos contratada una visita guiada a esta falla. Llegamos justo a tiempo para calzarnos unos cascos, frontal en mano y dirigirnos a la sima donde nuestro guía Jesús nos explica con toda clase de detalles su origen y las historias que las rodean. Finalizada la visita, continuamos con la cercana Cueva de Montesinos. La cueva en sí tiene poco interés si la comparamos con otras cavidades ya visitadas, pero su estrecha relación con Cervantes y su inseparable personaje Don Quijote, junto con las explicaciones de nuestro guía, la hacen una visita totalmente recomendable.
Finalizadas las visitas, nos dirigimos ahora
sí a las Lagunas de Ruidera. Pese a la bonanza de agua y nieve de éste año, las
laguna se encuentran un poco pobres de agua. Solamente la Laguna Redondilla la
encontramos seca, pero en el resto el nivel de agua es insuficiente para
disfrutar de los saltos de agua entre una laguna y otra. Pasamos toda la tarde
recorriendo las diferentes lagunas, rincones y puntos de vista. Antes de
marchar de la zona, damos la vuelta por la pequeña población de Ruidera, donde
aprovechamos para hacer acopio de vino y queso Manchego de los cuales daremos
cuenta a lo largo del viaje.
Aprovechando los últimos rayos de luz,
hacemos camino hacia el pk de las Tablas de Daimiel, donde pasaremos una
tranquila y estrellada noche en un escampado dentro de éste parque.
DOMINGO 01/04/18
Amanece un bonito y soleado día. No tenemos
prisas, con lo que con más calma de lo normal, nos dirigimos a visitar la zona.
Se trata de un humedal con recorridos adaptados para personas con movilidad
reducida, y con puntos de avistamiento de aves. El único pero de la visita es la
multitud de turistas que se han dado lugar hoy. A toro pasado, bien habría
valido la pena haber hecho la visita a primera hora del día, pues la clama de
los paisajes queda perturbada por la montonera de gente.
Pasamos el resto de la mañana y parte de la
tarde en la zona de acampada improvisada.
Posteriormente ponemos rumbo a Almagro. La visita nos sorprende gratamente. Creo que tardaremos tiempo en olbidarla. La bonita plaza Mayor, con sus soportales y sus ventanales verdes le dan un carácter noble, presidido por la imponente fachada del Ayuntamiento.
Escondido en uno
de los laterales encontramos el Corral de la Comedias, un coqueto teatro que es del S-XVII y se encuentra en las
mismas condiciones de antaño y se siguen celebrando

Terminada la
Vista, ponemos rumbo a nuestro próximo y lejano destino: Riópar. Hacemos antes
una parada intermedia en Villanueva de los Infantes, una bonita población donde
destaca su Plaza Mayor y de la cual se dice que se trata del lugar de la Mancha al cual Cervantes se
refiere en su obra.
LUNES 02/04/18

El acceso al
parking está regulado, pues la afluencia de visitantes es muy grande y el aforo
del mismo es muy limitado.
Finalizada la
vista, decidimos pasar el resto de la mañana en la cercana población de Riópar
Viejo, una pequeña población situada en lo alto de una montaña, con unas vistas
increíbles.
Ya a la tarde,
ponemos rumbo de retorno a casa. Pero no acabamos aun con las vacaciones, pues
haremos parada otra vez en Atmetlla de Mar para pasar la mañana del martes
descansando, jugando y disfrutando de un espléndido día de sol, antes de poner
punto y final a este corto, intenso y placentero viaje.
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