Dicen que la actitud es lo más importante
para disfrutar de las cosas, y en nuestro caso fue la diferencia ente pasarlo
bien un fin de semana o pasarlo fenomenal. Afrontábamos la aventura con la
incertidumbre de lo que significa una nueva experiencia. Llegamos a Coll de Pal
a media tarde. Las dudas nos asolaban con la intensa y espesa niebla que nos
envolvía. Dedicamos un rato a refrescar viejos recuerdos del lugar, mientras comíamos
algo ligero. Acto seguido, nos preparamos con todo el equipo y adaptamos
nuestra vestimenta a las condiciones climáticas presentes. Coll de Pal es
nuestro punto de partida, y el refugio del Niu d’Àliga nuestro destino. 450m de
desnivel positivo nos
separan y una intensa niebla será nuestra compañera de viaje, que le dará un aire mágico al trayecto. Empezamos en fuerte ascensión siguiendo en todo momento las señales del sendero GR-150.1. Nuestro campo de visión es bastante limitado, con lo que debemos estar atentos a las balizas y señales para no desviarnos de la senda establecida. La gran velocidad a la que se desplaza la niebla nos permite disfrutar de cortas ventanas de claridad en las que nos sorprende descubrir los parajes que nos rodean. Sin ir más lejos, en una de esas ventanas descubrimos que estamos muy cerca de un grupo de rebecos los cuales huyen rápidamente al percatarse de nuestra presencia. Es en
plena ascensión cuando también podemos ver una oveja la cual acaba de dar a luz a un pequeño cordero hace poco rato, el cual está dando sus primeros pasos y está intuitivamente buscando amamantarse de su madre. En nuestro camino de ascensión aumentamos las precauciones cuando nos acercamos a la primera cima de la jornada, el Cap del Serrat Gran (2.402m), conocedores por la cartografía que está situado junto a un barranco. Superado esta cima, seguimos en fuerte descenso hacia el sector de Comabella. Desde esta zona y en condiciones de claridad normales seguramente ya divisaríamos nuestro destino, pero en las circunstancias actuales no podemos ver más allá de 20 metros, con lo que permanecemos en todo momento bastante agrupados en nuestro avance por las sendas.
separan y una intensa niebla será nuestra compañera de viaje, que le dará un aire mágico al trayecto. Empezamos en fuerte ascensión siguiendo en todo momento las señales del sendero GR-150.1. Nuestro campo de visión es bastante limitado, con lo que debemos estar atentos a las balizas y señales para no desviarnos de la senda establecida. La gran velocidad a la que se desplaza la niebla nos permite disfrutar de cortas ventanas de claridad en las que nos sorprende descubrir los parajes que nos rodean. Sin ir más lejos, en una de esas ventanas descubrimos que estamos muy cerca de un grupo de rebecos los cuales huyen rápidamente al percatarse de nuestra presencia. Es en
plena ascensión cuando también podemos ver una oveja la cual acaba de dar a luz a un pequeño cordero hace poco rato, el cual está dando sus primeros pasos y está intuitivamente buscando amamantarse de su madre. En nuestro camino de ascensión aumentamos las precauciones cuando nos acercamos a la primera cima de la jornada, el Cap del Serrat Gran (2.402m), conocedores por la cartografía que está situado junto a un barranco. Superado esta cima, seguimos en fuerte descenso hacia el sector de Comabella. Desde esta zona y en condiciones de claridad normales seguramente ya divisaríamos nuestro destino, pero en las circunstancias actuales no podemos ver más allá de 20 metros, con lo que permanecemos en todo momento bastante agrupados en nuestro avance por las sendas.
Alcanzamos la segunda cima del día, el Pic de Comabella (2.436m), y gracias a que la niebla se ha abierto un poco, desde aquí sí que llegamos a divisar ya el cercano refugio. Sin mucha demora, nos dirigimos hacia allí.
Como que está a punto de empezar a anochecer,
decidimos pasar de largo el refugio para acercarnos a la próxima cima de la
Tossa d’Alp (2.535m), donde tenemos unas impresionantes vistas de la Serra del
Cadí i Moixeró, cubierta con un manto de nubes bajas que le dan un aspecto
fantasmagórico especial.
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Inmortalizamos el momento con unas
fotografías y nos dirigimos al interior del refugio, donde los guardas ya nos
están esperando. Nos enseñan lo que serán nuestros aposentos, una habitación
con literas de madera comunitarias situadas en la parte baja y el
funcionamiento de los diferentes servicios del refugio. Nos ponemos cómodos y
rápidamente subimos al comedor a cenar. La noche está cayendo rápidamente.
Cenamos tranquilamente ya que este fin de semana hay poco gente en el refugio.
Luego pasamos un agradable rato en la salita,
donde echamos en falta poder disfrutar del cobijo y calidez de las llamas de la
chimenea. Si hubiera estado encendida ya lo hubiéramos bordado.
No tardamos mucho en irnos a dormir para
descansar después de una intensa jornada.
El despertador suena a las 7 AM. La intención es levantarse e ir a ver el amanecer desde este paraje privilegiado. Joan y yo salimos hacia la cima en la que estuvimos ayer, mientras que Susana lo hará desde la terraza del refugio. En nuestra aproximación a la cima, encontramos muchos grupos de rebecos que está merodeando la zona y que salen despavoridos en cuanto notan nuestra presencia. Miramos de llegar sigilosamente a la cima con la intención de no molestar mucho a los animales con nuestra presencia y hacer del momento un punto más mágico. Pasan los minutos y o que se nos viene encima es sobrecogedor. Un amanecer como pocos hemos visto. El manto de nubes entrecortadas permite que los primeros rayos de sol se cuelen creando formas y sombras anaranjadas difíciles de describir y difíciles de olvidar. Todo está en calma, y nosotros permanecemos inmóviles antes tal espectáculo.

El día se ha despejado totalmente y a
diferencia de ayer, las vistas de hoy alcanzan hasta el horizonte. Podemos
identificar sin ninguna dificultad el Pedraforca, Costabona, Puigmal, Pic de
l’Infern… Emprendemos el camino de vuelta hacia Coll de Pal cruzándonos con un
buen número de excursionistas que hacen el camino en el sentido que lo hicimos
ayer por la tarde. El camino de vuelta parece una excursión totalmente
diferente, pues hoy disfrutamos de las vistas de los profundos valles y las
serranías cercanas.
Llegamos finalmente al Coll de Pal, punto de
inicio de la salida. El fin de semana todavía dará de si para que yo haga una
rápida ascensión al cercano Puigllançada (2.409m), cima recogida en el catálogo
del reto dels 100 cims mientras que Susana y los chicos van a unos bosques
cercanos a recoger seta. Acabaremos finalmente ya en las faldas de la Serra del
Moixeró, en la solitaria Ermita del Pallé, donde comeremos plácidamente antes
de partir dirección a casa.
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